El bubble tea llegó a Barcelona hace algunos años convertido en una de las tendencias gastronómicas del panorama nacional. Originario de Taiwán, este batido de té se elabora con leche o frutas, y posteriormente se añaden una serie de bolitas derivadas del alimento de la yuca, que le aportan no solo un sabor muy característico, sino también un aspecto muy divertido.

Desde su irrupción a nivel internacional, Barcelona fue una de las ciudades en las que mejor acogida tuvo esta bebida, gracias sobre todo a propuestas como la de Bubbolitas. Un espacio que se ubica en el número 7 de la Plaça del Bonsuccés, cuya principal seña de identidad es el esmero que imprime en todas sus creaciones, respetando al máximo el sabor tradicional en sus recetas.

RECETAS ORIGINALES Y CREATIVAS, CON EL TÉ COMO PROTAGONISTA

Uno de los aspectos por los que destaca Bubbolitas, y que convierte esta tienda en una de las mejores localizaciones para disfrutar de esta bebida, es el cuidado proceso de elaboración de cada una de sus creaciones. Al contrario que otras opciones de carácter industrial, en Bubbolitas todos los batidos se realizan con té de gran calidad, proporcionando un sabor único en cada variedad.

Alejándose por completo de las cartas estáticas que dominan la mayoría de restaurantes y locales de la ciudad, en Bubbolitas han apostado por una carta muy dinámica, que se adapta en todo momento a la temporada y a los productos que gozan de un mejor sabor. Incorporando de manera constante nuevas opciones para degustar.

APOSTANDO POR LOS ARTISTAS EMERGENTES

Mucho más allá de la esencia gastronómica que domina este local, el espacio también funciona como un centro cultural en el que se exhibien las obras de algunos de los artistas emergentes que triunfan en la escena barcelonesa. Desde cuadros hasta esculturas, pasando por láminas o ilustraciones con los que visibilizar la obra de los profesionales más prometedores.

Siguiendo esta curiosa iniciativa, Bubbolitas ofrece la opción a sus clientes de hacer dibujos en las láminas o los papeles en blanco que guardan en su interior para, a posteriori, exhibirlos a lo largo de todo el espacio. Una tradición que instauró desde su inauguración y que, actualmente, se ha convertido en una divertida forma de interactuar con los comensales.

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