Una segunda oleada podría evitarse si se mantienen las distancias de seguridad y el uso de mascarillas, según un modelo desarrollado por ISGlobal, que muestra que el desconfinamiento ha de ser gradual y que el comportamiento individual es un factor clave.
De hecho, según este modelo del ISGlobal, mantener la distancia entre personas y otras intervenciones como el uso de mascarillas y la higiene de manos "podría eliminar la necesidad de futuros aislamientos".
El jefe del programa de Clima y Salud del ISGlobal, Xavier Rodó, ha considerado que "el problema es que evaluar el riesgo (de cómo y cuándo aligerar las restricciones del confinamiento) es difícil, dada la falta de información fiable sobre el número real de personas infectadas o el grado de inmunidad desarrollado entre la población".
DIVISIÓN DE LA POBLACIÓN
En este estudio, el equipo de Rodó presenta proyecciones basadas en un modelo que divide a la población en siete grupos: susceptibles, en cuarentena, expuestos, infecciosos no detectados, reportados infecciosos y confinados, recuperados y fallecidos.
"Nuestro modelo considera el retorno de las personas confinadas a la población susceptible para estimar el efecto del desconfinamiento, e incluye los comportamientos de las personas y la percepción de riesgo como factores moduladores", ha explicado Rodó.
Este modelo puede ser útil para países en los que aún no se ha llegado al pico de casos, como los del hemisferio sur, y permitiría evaluar las políticas de control y minimizar el número de casos y muertos causados por el virus, ha considerado Leonardo López, coautor del estudio y también investigador del ISGlobal.
REDUCIR LA TASA DE TRANSMISIÓN
"Si conseguimos hacer reducir la tasa de transmisión un 30% mediante el uso de mascarillas, higiene de manos y distanciamiento social, podemos reducir considerablemente la magnitud de la próxima oleada. Reducir la tasa de transmisión en un 50% podría evitarla completamente", ha afirmado Rodó.