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ICONO MUNDIAL
Cuando un coro interpreta el Aleluya de Georg Friedrich Händel, el teatro se levanta. De hecho, cuenta la leyenda que hasta el rey Jorge II de Gran Bretaña lo hizo, sobrecogido por su fuerza y magnificencia, en su estreno en Londres en 1743.
Este tema, que cierra la segunda parte del oratorio El Mesías, se ha convertido en un icono mundial y por eso es el protagonista de los conciertos participativos de Navidad de la Fundación La Caixa desde hace más de 25 años.
#YO CANTO
Y este atípico 2020 no iba a ser menos: una vez más, la tecnología se ha puesto al servicio de las personas con una nueva edición del proyecto #YoCanto, que ya celebró la vida el pasado mes de junio, y que esta vez ha reunido virtualmente a más de 350 voces en un canto a la esperanza.
Porque el virus no puede ni podrá destruir aquello que nos hace humanos: nuestra capacidad para soñar. Se puede ver el nuevo vídeo aquí.
ESPÍRITU NAVIDEÑO
“Cuando escucho el Aleluya, el corazón me da un vuelco: me transmite todo lo que me hace sentir la música, la amistad, el valor de la cultura, y me invade el espíritu navideño, con sus valores de unión y fraternidad. Es un placer absoluto”.
Así define el Aleluya de Händel Isidro Prat, de 69 años y residente en Málaga. Hace años que canta en el coro Santa Cecilia, de la localidad malagueña de Rincón de la Victoria, que este año está “en el dique seco” por la pandemia.
CORO VIRTUAL
Ya había formado parte en un par de ocasiones de los conciertos participativos de Navidad de la Fundación La Caixa, interpretando El Mesías, así que cuando un compañero de Santa Cecilia le propuso participar en el coro virtual de #YoCanto, no se lo pensó dos veces. Al principio le pareció un reto algo “descafeinado”, en comparación con la adrenalina que genera cantar en un coro de manera presencial, “porque al final, era preparar una pieza musical solo, en mi casa, grabarlo y mandarlo.
Pero no, me equivoqué. Nos juntamos un grupito del coro, creamos un grupo de Whatsapp para prepararlo y ha sido muy divertido”, cuenta.
LA EXPERIENCIA DE CANTAR
Un poco más al norte, en Madrid, Laura Sánchez ya sabía de qué iba la cosa y se tiró de cabeza a la piscina. Ella fue una de las 645 voces que dieron vida al Viva la vida de Coldplay en el #YoCanto del pasado mes de junio y lo disfrutó mucho.“Llevábamos dos meses encerrados, me pareció una muy buena idea, de hecho animé a algunas amigas para que también lo hicieran”, recuerda.
Esta joven madrileña disfruta cantando en el coro Broadway Sound Choir, en la Escuela Coral de Madrid, donde interpretan musicales. “Me gusta mucho cantar en coro, creo que es una experiencia muy enriquecedora. Te juntas con la gente, construyes una canción, vas viendo cómo queda con las voces unidas”, cuenta.
350 VOCES
Además, como Isidro, también había intervenido en el concierto participativo de El Mesías, que el año pasado reunió en Madrid a más de 600 cantantes en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, así que preparar el Aleluya sería pan comido.
Isidro y Laura son dos de las más de 350 voces que han dado forma a la segunda edición del proyecto #YoCanto. Voces unidas en un solo canto gracias a las nuevas tecnologías y a la visión carismática del director del vídeo, Igor Cortadellas.
“Cuando me propusieron el reto de crear el vídeo, al principio me vino el silencio y la oscuridad de una catedral gótica. Y de repente se empezaban a colar los primeros rayos de sol a través de las vidrieras, la luz empezaba a acariciar las paredes, las columnas… El edificio empezaba a cobrar vida, cada vez más y más, como un gran caleidoscopio”, recuerda Igor.
SANTA MARÍA DEL MAR
Así, el creador catalán decidió fusionar a los participantes en el cuerpo de la basílica gótica de Santa Maria del Mar de Barcelona. “Me parece un espacio muy emotivo y muy sugerente también, porque cada piedra tiene historia: fue colocada por alguien en un tiempo y contexto determinado. Y al final, las llenamos de personas, que también tienen mucha historia y han sido construidas en un tiempo y contexto determinados.
Por lo tanto, es la emoción del pasado y del futuro, estamos proyectando hacia adelante pero a la vez mirando hacia atrás, lo cual da sentido a los tiempos que vivimos”, cuenta. Pero, ¿cómo iba a materializarse todo eso? Si las personas iban a grabarse en casa, pero su imagen aparecería en una catedral, tendrían que montar un pequeño set cinematográfico casero. Así, les pidieron que se grabaran con un fondo negro.
LAS MANOS MAESTRAS DE IGOR
“Por suerte, yo tenía una manta negra en casa que colgué en una estantería. Estaba todo el rato preocupada por si se iba a caer”, recuerda Laura. “Yo busqué una tela negra que teníamos en casa”, cuenta Isidro. “Vino un compañero del coro y probamos distintas formas de colocarlo con algo detrás para que se viera homogéneo y en un lugar adecuado, porque la luz tenía que ser natural”.
Lo demás, fue pan comido. Siguiendo las instrucciones para su tipo de voz, en tan solo una semana su imagen y su canto volaron por el ciberespacio hacia las manos maestras de Igor.
LA MAGIA DE LA TECNOLOGÍA
Del resto se encargó la magia de la tecnología que, una vez más, se ha puesto al servicio de las personas en un momento muy especial de nuestra historia, aunque Igor es de los que piensan que la música tiene la cualidad de pulverizar fronteras, incluso las temporales.
“Ha sido un regalo muy emocionante y estamos muy contentos de la confianza que ha depositado en nosotros la Fundación La Caixa para regar y cuidar un vídeo como este que, además, creo que contiene los valores esenciales de la fundación: la vocación de divulgar, el compromiso con la cultura y la educación como impulso para el progreso de la comunidad, valores que, en esta experiencia, están representados con esta inmersión en la orquesta como modelo de proyecto comunitario en el que, juntos, se llega mucho más allá”.