Mayo de 1988. El derribo de una casa en la calle Duran i Bas, deja al descubierto un auténtico tesoro arquitectónico: las arcadas del acueducto romano, construido en el siglo I. Con una altura de entre 8 y 10 metros, esta obra de ingeniería permaneció oculta durante siglos, utilizada como pared medianera entre varias casas, unas construidas a finales del siglo XIII y otras, en el XIX.
El agujero que dejaron los edificios desaparecidos dio lugar a la plaza del Vuit de març, presidida por los restos arqueológicos el segundo acueducto de la Barcelona romana. La colonia romana de Barcino se abastecía de agua gracias a un doble acueducto que confluía en la actual plaza Nova, como demuestran los restos de una antigua cisterna conservados en el interior de la Casa Ardiaca, donde se aprecia esa doble canalización.
Sí, porque el arco que se erige en el exterior, ese tan vistoso que se apoya sobre el muro de la Casa Ardiaca, en la misma plaza Nova, junto a la antigua puerta decumana de Barcelona no es más que un fake construido en 1958.
Del primer acueducto de la ciudad romana no se conserva nada, pero venía de Collserola. Los cuatro arcos descubiertos en 1988 pertenecen al segundo acueducto barcelonés y su hallazgo permitió explicar el recorrido de esta obra de ingeniería romana hasta la plaza Nova, a través de la calle de Duran i Bas, la plaza de Urquinaona y desde allí, al río Besòs, en lo que actualmente es el término municipal de Montcada i Reixac, de donde recogía el agua. En total, unos 11 kilómetros.
Con los años, también han salido a la luz los cimientos del acueducto en la calle Magdalenes, un tramo de canalización en la calle Coronel Monasterio, en Sant Andreu. Y se conoce también la existencia de un tramo del acueducto entre lo que hoy es la calle Trafalgar y Sant Pere de les Puel·les... al menos hasta finales del siglo XVIII.
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