La legendaria banda de música Kiss ha protagonizado este sábado su último concierto en Barcelona. Ha sido en el cierre del Barcelona Rock Fest, en Santa Coloma de Gramenet, un día antes de despedirse de España desde el WiZink Center de Madrid. Entre explosiones pirotécnicas, vuelos inverosímiles por encima del público y toneladas de maquillaje y pasión por el hard rock, la legendaria banda neoyorquina Kiss ha dicho adiós para siempre a sus fans barceloneses.

El recital histórico ha durado dos horas y ha desplegado un repertorio de más de veinte himnos, coreados a todo pulmón por una audiencia rendida ante una banda nacida en 1973, como una excéntrica exageración del glam rock, y que, casi 50 años después, ha decidido retirarse con su prestigio intacto.

"OS VAIS A VOLVER LOCOS ESTA NOCHE"

"Os vais a volver locos esta noche", ha avisado Stanley al inicio de la sexta y última visita visita de la banda a Barcelona. Un concierto de Kiss es un cóctel de números circenses -el fuego, omnipresente-, rostros pintados -el maquillaje ha aguantado a duras penas los sudores-, menores a hombros de sus padres y una cabalgata de estribillos históricos que se adhieren al cerebro:



No hay concierto de metal sin que los riffs más rugosos dejen paso por unos minutos a una suave balada heavy: Kiss ha elegido su dulce "Beth" para poner la piel de gallina a los incondicionales, que ya se habían estremecido con Tears are falling.

CONFETI, LLAMARADAS Y PETARDOS

Y para cerrar el espectáculo, entre confeti, llamaradas y petardos ensordecedores, Rock and roll all nite: esa ha sido la última canción interpretada por Kiss en un escenario barcelonés.



Halford ha ido descorchando las mejores canciones de su interminable cosecha, desde un Gran Reserva como Victim of changes hasta su voz aguda como un cuchillo en Painkiller, desde las pegadizas Breaking the law y Living after midnight hasta la fulminante Freewheel burning.

REGRESO TRAS LA PANDEMIA

Justo antes de que Halford empezara a hinchar sus pulmones sobre uno de los tres escenarios del Barcelona Rock Fest, había rasgueado su guitarra Dave Mustaine, alma de Megadeth, que guarda un vínculo inolvidable con Judas Priest: cuando era adolescente, su cuñado -no muy amigo del rock- lo sorprendió escuchando un disco de la banda de Birmingham y le soltó un puñetazo en la cara.



Tras dejar atrás dos años de cancelaciones por la pandemia, el Barcelona Rock Fest desenchufa finalmente los altavoces después de tres días de culto al metal en el parque de Can Zam de Santa Coloma de Gramenet.

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