El pedagogo y filósofo Gregorio Luri mantiene su particular lección personal. La escuela es un lugar de aprendizaje y, cierto, exige esfuerzo y una dedicación intensa por parte de los chicos y chicas que se escolarizan. Ante una corriente que va en dirección contraria, y que reivindica la “diversión” en las escuelas, con un cambio en el lenguaje, Luri mantiene su sonrisa y señala que no está en su ánimo criticar a nadie, pero, por la misma razón, reclama que no se le sancione. “Quiero que se respete cuando algunos decimos niños y niñas”, señala, tras la pregunta por las apreciaciones de la ministra Irene Montero, de Unidas Podemos, que diferencia entre “las niñas, los niños y les niñes”.
Se trata de una visión que difiere de la izquierda alternativa, de Unidas Podemos o de los comunes en Barcelona, que, con la alcaldesa Ada Colau al frente, ha impulsado diferentes medidas para corregir el ‘lenguaje’ o ha defendido talleres de masculinidad para reeducar a los hombres.
Luri, en una entrevista en el programa Converses de la Cadena Cope, con la participación de Metrópoli, considera que todo ese cambio en el lenguaje, que se ha llamado “inclusivo” puede responder a modas o a proyectos de la izquierda alternativa, de carácter político, pero que lo que cuenta es mantener el camino trazado por los pedagogos que siguen interesados en el conocimiento. “El esfuerzo en la escuela, y las ganas de conocimiento, producen después una gran satisfacción, un placer intelectual como hay pocos, y eso no se puede perder. Hace referencia, por ejemplo, a la memoria. Hay que cultivar la memoria, puede que necesitemos más cosas, claro, pero el conocimiento parte de la memoria, de lo que hemos retenido, de lo que sabemos”, asegura.
LA IMPORTANCIA DEL MAESTRO
Todo lo que expone Gregorio Luri, que acaba de publicar El eje del mundo, la conquista del yo en el siglo de oro español (Rosamerón), choca con la tendencia que ha marcado la izquierda alternativa, que tiene en el campo de la educación un faro con la llamada Escola Nova 21. Se trata de las llamadas escuelas por proyectos que han copado familias de clase media, urbanas, cercanas ideológicamente al mundo de los comunes y al independentismo.
Luri, autor también de La escuela no es un parque de atracciones (Ariel), expone su posición: “Esa corriente sobre la escuela cree que hay una manera fácil y divertida de aprender sin la necesidad de utilizar los codos. Y yo creo que no hay sustituto para los codos, y que pensar que la escuela puede ser como un parque de atracciones es un error terrible, porque al parque de atracciones vas a divertirte y a la escuela vas a encontrar un maestro que sea capaz de hacerte visible la mejor versión de ti mismo”. Sobre esa idea, Luri se pregunta: “¿Cuántos alumnos han fracasado porque nadie les ha hecho visible su mejor versión?”
En su cuenta de Twitter, Luri, muy activo en el debate sobre la escuela, sostiene que un profesor, hoy, suele tener más presente en su curriculum sus habilidades en muchos campos que su especialidad en una determinada materia: “Si hoy te entrega su C.V. un maestro, es muchísimo más probable que se presente como especialista en neuroeducación, mindfulness, inteligencias múltiples o pedagogía de la luz... que como especialista en matemáticas o en lengua”.
HOMBRÍA Y VALENTÍA
Muy crítico con las modas, Luri sostiene que los que quieran tener las llaves del éxito en la educación no deben mirar tanto al norte de Europa, a Finlandia, como al País Vasco o La Rioja, que, en algunos puntos, tienen mejores resultados –a pesar de contar con mucha presencia de inmigrantes—que en Cataluña.
E insiste en que se ha instalado un lenguaje, basado en lo políticamente correcto, que desvía la atención de las cuestiones importantes o centrales en la educación. Ni se pronuncia sobre esos talleres de la masculinidad de Colau –aunque habla de la necesaria “hombría y de la valentía”, como conceptos que tienen significados claros, ni critica la continua apelación a los géneros. Pero insiste: “Lo que creo que podemos decir es que espero que no se me critique, que se me deje decir ‘niños y niñas’”, para hablar del conjunto de la población escolar.