Desde la plaza de Sants, remontando la calle de Joan Güell, se perfila la silueta de una nave industrial de cuatro plantas con las ventanas de hierro forjado. Una chimenea de obra vista de 54 metros de alto, con la base cuadrada de 4 metros de ancho, custodia el edificio, declarado Monumento Histórico desde 1985 y emblema del pasado industrial: el Vapor Vell.

Su nombre real era Güell, Ramis & Cia., y su actividad, las hiladuras de pana y terciopelo. Fue el primer complejo textil moderno que se instaló en el distrito en 1846, impulsado por el industrial Joan Güell. Su aspecto recordaba la arquitectura fabril de Manchester y en sus buenos tiempos llegó a contar con una plantilla de 38 hombres, 25 muchachos, 145 mujeres y 49 muchachas. En 1873 se vio afectada por la crisis, su actividad cayó en picado y en 1890 cerró sus puertas.

Tras el cierre, el recinto se usó como almacén, como taller de carpintería y como sede del Club Esportiu Mediterrani, que utilizó los depósitos de agua de la caldera como piscina hasta 1976. Después fue propiedad del grupo Rumasa, hasta que el Gobierno de Felipe González lo expropió. El movimiento vecinal inició su lucha por la recuperación del edificio, que culminó en el 2000 con la apertura de dos espacios públicos para la educación y la cultura.

DE FÁBRICA A BIBLIOTECA

Durante la segunda mitad del siglo XIX, a las puertas del recinto, los trabajadores esperaban el sonido de la sirena para ocupar su puesto de trabajo. Hoy, en ese mismo lugar, la gente espera a que abra sus puertas la biblioteca pública Vapor Vell, que desde el 8 de octubre del 2000 ocupa parte de la única nave industrial que queda de la antigua fábrica. El edificio ha respetado las ventanas laterales, las claraboyas en las cubiertas de madera, y las columnas de hierro forjado.

Chimenea que perteneció a la antigua fábrica El Vapor Vell

El ruido de los telares, sin embargo, ha dado paso a la música urbana, especialidad de la biblioteca, y una algarabía de niños pone la banda sonora diaria en la parte posterior todas las mañanas porque la biblioteca, que ocupa la planta baja y las dos superiores, comparte espacio con la escuela CEIP Barrufet. Sí, paradojas de la vida, el mismo edificio en el que habían trabajado menores casi dos siglos atrás, acoge ahora un lugar de crecimiento personal para niños de la misma edad.

Un dato curioso: En el interior del edificio, una placa recuerda que en 1897, el cineasta Fructuós Gelabert rodó en el patio de la fábrica su primera película, Riña en un café.

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