Sede del Reial Club Tennis Barcelona / INMA SANTOS

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Una de las masías más importantes de Sarrià: el origen del Reial Club Tennis Barcelona

En 1950, el arquitecto Raimon Durán i Reinals se encargó de convertir los terrenos de esta masía medieval en las instalaciones del club

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Lo conocemos como el Reial Club Tennis Barcelona, pero antes de que, a mediados del siglo pasado, el club fijara definitivamente su residencia en la calle de Bosch i Gimpera, 5-13, esos terrenos pertenecían a Can Canet de la Riera. En sus orígenes, fue un enorme caserón medieval, una de las masías más importantes de Sarrià. Situada junto a la riera Campanyà, perteneció en el siglo XVI al monasterio benedictino de Sant Pere de les Puel·les, y originalmente era una finca de más de seis hectáreas dedicadas al cultivo de cereales, la viña y los algarrobos, que contaba también con una gran huerta.

Con el paso de los años y a partir del siglo XVII, la finca fue reduciéndose debido a diversas segregaciones y los planes de urbanización del siglo XIX y principios del XX. En 1947, la propiedad pasó de manos de la familia Canet a los Llobera. Aunque por poco tiempo, porque tres años después el destino unió la historia de esta masía a la del Reial Club Tennis Barcelona.

SEDE SOCIAL

Fue en 1950. El presidente del club, fundado en 1889 y ubicado entonces en la calle de Ganduxer, buscaba nueva ubicación y dio con Can Canet. De la enorme masía medieval quedaba una parte del terreno original, pero cumplía con las condiciones para hacer las pistas y las instalaciones deportivas que necesitaba el club. Además, la enorme casa, una vez reformada, apuntaba maneras como sede social y administrativa.

Unos años después, el club firmó el contrato de compra con la propietaria, Mercedes Llobatera, y dejó la remodelación en manos del arquitecto Raimon Durán i Reinals, que consiguió tenerlo todo a punto para la primera edición del Trofeo Conde de Godó. La reforma aprovechó la estructura del edificio, de planta basilical con tres cuerpos, el central más alto que los laterales, y tres alturas (planta baja y dos pisos). De esta reforma destacan, en el primer piso, la galería descubierta con una gran balaustrada de piedra, y en el segundo, la galería cubierta con pequeñas ventanas rematadas con arcos de medio punto.

Del edificio de la masía original, el club conserva tres elementos: las ventanas con arcos conopiales, que descansan sobre unas cabezas esculpidas, típicas del gótico catalán y muy comunes en edificaciones de la época; el gran arco dovelado de la entrada principal, y el magnífico reloj de sol esgrafiado, de forma cuadrangular, con las horas en números arábigos.

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