La red metropolitana del metro de Barcelona está llena de transbordos. Decenas de intercambiadores se expanden por el subsuelo barcelonés, posibilitando que los usuarios cambien de línea con el objetivo de llenar a su destino. Hay alguno, no obstante, que se hacen particularmente pesados por su longitud y estructura.
Y es que, por un lado, existen transbordos fáciles y rápidos de hacer, pero por el otro, hay casos en los que el trayecto entre una línea y otra puede transformarse en minutos y minutos caminando por pasillos y no es extraño que se definan como soporíferos, en el mejor de los casos.
OCHO MINUTOS
El más largo de toda Barcelona es el del paseo de Gràcia. Ubicado en pleno centro de la capital catalana, conecta las líneas 2, 3 y 4 a través de un pasillo de 270 metros de longitud que se recorre en aproximadamente ocho minutos, según un mapa elaborado por la asociación de Promoción del Transporte Público.
Este intercambiador, que también conecta al suburbano con la estación de Rodalies. El motivo por el que es tan largo es que también existe, justo bajo el que es uno de los principales ejes comerciales de la ciudad, un aparcamiento subterráneo que data de 1967.