La alpargatería más famosa de Barcelona vuelve al ruedo. Se trata de La Casa de les Sabatilles, que cerró sus puertas el 30 de junio de 2022 debido a una orden de desahucio. A mediados de noviembre de este año 2023, el comercio restableció su negocio en una nueva ubicación en Ciutat Vella: la calle Sant Pere Més Alt 76.
COMERCIO EMBLEMÁTICO
Este comercio --catalogado como emblemático en 2015 por el Ayuntamiento y fundado antes de 1950-- se ubicaba en la calle Llibreteria. La familia Iglesias compró el negocio en 1984 por 11 millones de pesetas –66.000 euros aproximadamente– a una mujer que estaba a punto de jubilarse, aunque ella mantuvo la propiedad del local.
Joan Carles Iglesias, el propietario actual del negocio, relata que su padre, representante de zapatos, "exhibía muestras en varias tiendas de España, incluida La Casa de les Sabatilles". Cuando la dueña le dijo que se jubilaría, "mi padre aprovechó la oportunidad para comprar el negocio", detalla Iglesias.
DOS SUBROGACIONES
El acuerdo de alquiler del local firmado se regía por la ley de 1964 e incluía dos subrogaciones adicionales aparte del propietario, las cuales eran indefinidas. "Se podía transferir a dos personas más, ya fuera hijo, tío u otra persona externa, y se iban agotando a medida que otro individuo lo adquiría", explica Iglesias.
No obstante, en 1984 cambió la ley: el ministro de Economía, Miguel Boller, implementó modificaciones en las condiciones de los contratos de alquiler. Anteriormente, había personas con contratos desde la década de 1920 que pagaban cantidades muy bajas por sus pisos en calles como Mallorca y Balmes, sin ajustes por el incremento del IPC. Estos contratos permanecieron invariables hasta los años 80.
CAMBIO EN LA LEY
Miguel Boller introdujo una ley con efecto retroactivo que afectaba a aquellos que habían suscrito subrogaciones --también conocidas como prórrogas forzosas-- hasta 1984. Esta ley imponía restricciones: a partir de entonces, solo la esposa o el marido del titular del alquiler podrían asumir el contrato, terminando así con la posibilidad de transferirlo a otras personas. Esta medida formó parte de una ley de arrendamientos urbanos que alteró las condiciones de los contratos de alquiler.
Paralelamente, explica Iglesias, "en el 2000 la propietaria del local manifiesta a su gestor de confianza que quiere deshacerse de la tienda porque tenía 92 años". Este asesor aprovechó para adquirir la tienda por una cantidad, que a juicio de Iglesias, "era muy baja: alrededor de 120.000 euros". Sin embargo, según apunta, en el contrato de alquiler, "existía una cláusula que otorgaba al inquilino el derecho de igualar cualquier oferta realizada por una persona externa interesada en comprar el local; es decir, tenía preferencia en la compra".
Pese a existir este derecho, explica Iglesias, "si la venta se enmascaraba como una venta vitalicia --por ejemplo, pagando a la anciana 500 euros al mes--, el inquilino perdería la oportunidad de compra". Esta situación llevó a la familia Iglesias a iniciar un proceso legal contra el asesor que adquirió el local. Esta lucha se extendió durante 10 años, desde 2001 hasta 2021.
"INSPECCIONES ENGAÑOSAS"
Poco después que el gestor comprara el local, comenzó un “acoso” hacia la familia para que abandonara el espacio. “Recibimos inspecciones de trabajo que no venían a cuento, porque aquí está todo en orden con nuestro equipo. No puedo confirmar que tuviesen una doble intención, pero me olía muy raro”, explicó el zapatillero a este digital.
Cuando murió el padre de Joan, su madre asumió la gestión del negocio. Sin embargo, en 2017, tras el fallecimiento de ella, la nueva ley no permitía que su hijo Joan continuara el contrato, a pesar de que inicialmente se contemplaban dos posibles transferencias. "Aunque se contemplaba que habría dos oportunidades, este acuerdo no estaba formalizado por escrito y nos vimos forzados a desalojar el local en 2022', detalla Iglesias.
"UNA REAPERTURA ESPERADA"
Un año después, la alpargatería ha resucitado con Joan Carles Iglesias como propietario. El local continúa siendo el mismo: "Vendemos las mismas espardeñas", dice el zapatillero, a lo que agrega que "en invierno se decantan por las zapatillas de estar por casa". Una tradición que guarda un profundo "romanticismo familiar" lo que se refleja en la preservación del letrero original del negocio: 'Sabatilles'."
Ante la reapertura, diversas personas en X han inundando la red con comentarios de alegría y asombro. Una usuaria ha expresado que "siempre se compraba las zapatillas en la tienda" y la noticia supone todo un "gozo" que no dudará en disfrutar: "Iré". Otra persona ha agredecido que no se "pierdan las tiendas antiguas" y ha confirmado que "irá a comprarse unas zapatillas". Otro cibernauta que ha visto la noticia en la red ha afirmado que "la echaba en falta" y ha agredecido su reapertura.