Pocos edificios pueden presumir de ser tan interesantes arquitectónicamente por la parte de delante como por la parte de detrás. La Casa Pomés, levantada en 1919 por Claudi Duran Ventosa, puede presumir de ser uno de ellos. El edificio se asoma a Via Laietana (tiene entrada en el número 15) con su fachada de estilo neogótico y esa imponente tribuna central que trepa con su filigrana goticista hasta la tercera planta. Desde la acera de enfrente, la mirada se pierde entre los numerosos ventanales de arco conopial y los trilobulados, todos ellos enmarcados de piedra, y se pasea luego por la galería del piso superior camino del pronunciado alero que la corona. De vuelta a la planta baja, con su serie de portales de arco escarzano de piedra, merece la pena dejarse sorprender por el balcón central de la parte superior, donde cabalga sobre su corcel una reproducción del Sant Jordi del Palau de la Generalitat.

Llegados a este punto, es de obligado cumplimiento andar unos metros, torcer a la derecha por la calle Salvador Aulet y, de nuevo, a la derecha para avanzar por Sotstinent Navarro hasta colocarse frente a la fachada posterior de la Casa Pomés. Una vez allí, solo hay que mirar hacia arriba y dejarse sorprender por esta fantástica réplica de la fachada principal en clave modernista.

Parte trasera de la Casa Pomés INMA SANTOS

En esta cara del edificio, Duran Ventosa sustituyó la piedra por una combinación de ladrillo visto, en la planta baja, y estuco blanco, en el resto de pisos. Como decoración, el arquitecto cambió las filigranas neogóticas por los mosaicos de baldosas cuadrangulares y rectangulares de cerámica esmaltada blanca con motivos vegetales de color azul. Llaman la atención los plafones rectangulares colocados sobre las ventanas de la tercera planta. ¿Alcanzáis a leerlos? Son citas latinas de carácter moral. Sí, la Casa Pomés es una moneda de dos caras… con una lección de moral entre las ventanas.