Quién fuera trovador para cantarle a una joven doncella a los pies de cualquiera de los dos floridos balcones del número 2-8 de la calle Assaonadors, en la esquina con Montcada. Jardines en miniatura que concentran en la barandilla de forja numerosos maceteros con todo tipo de plantas, al abrigo de un fantástico ventanal gótico de arco carpanel, formado a partir de pequeños lóbulos, adornados con cabecitas esculpidas de piedra.

En la misma planta hay un tercer balcón exactamente igual sin vegetación, pero no por ello menos interesante, pues deja al descubierto todos sus detalles. En los extremos de los guardapolvos conopiales de los tres ventanales, destacan unos bustos esculpidos que representan a niños alados, bellas mujeres y hombres de poblados mostachos.

Por la tipología de las ventanas, podría datar del siglo XVI, aunque en la fachada puede leerse 1723. Trucos de mujer coqueta con tendencia a quitarse años porque, en realidad, es una casa de origen medieval. Está documentado: en 1344, era propiedad de una noble familia, los Romeu, y en 1360 vivía en ella el mercader Ponç des Vall, hijo de Bertran I des Vall (Desvalls), escribano servidor de Pedro el Grande, quien la vendió años más tarde a Jaume (I) de Màrgens, comprador del rey. Durante el siglo XVI, fue propiedad de un doctor en leyes y caballero del rey, así como de varios mercaderes (Filipo Galiano, Pere Benet Bals, Quirico Pilo Ferrale...). En el siglo XVII, tuvo también diferentes arrendatarios.

La fecha grabada en la fachada corresponde, pues, a una reforma llevada a cabo en el siglo XVIII, después de que, en 1715, comprara la casa Joan Puigxoriguer, de quien tomó su nombre. Ya en el siglo XIX, una nueva reforma modificó la fachada de la calle Montcada, por donde se entra al patio gótico central con su escalera cubierta, apoyada sobre un arco rampante y por la que se accede a la planta noble. Destacan aquí la linda decorada con motivos vegetales y, en la planta baja, su gran obertura de arco rebajado. Con la reforma del siglo XIX los tres grandes ventanales de la calle Assaonadors se convirtieron en los tres balcones que han servido de punto de partida de este texto.

La casa Puigxoriguer también es conocida como la casa de la Custodia porque, tal y como recuerda una lápida conmemorativa colocada en el vestíbulo de la entrada, en 1762, durante una tormenta, sirvió de refugio a la custodia de la procesión del Corpus. Durante seis años, hasta su cierre en 2016, esta fue la sede del Museo del Mamut de Barcelona, donde se exponían esqueletos auténticos de la Edad de Hielo, como el mamut lanudo, además de reproducciones científicas de dimensiones reales entre representaciones de las pinturas rupestres de las cuevas de Altamira.