En la calle de Sant Pere Més Baix, entre el número 18 y el 22-24, oculta entre el santuario de la Virgen de la Ayuda y la Casa Josep Gros, se abre paso tras una puerta de forja, una callejuela estrecha y angulosa, un pasaje irregular por el que se accede a unas cuantas viviendas. No comunica con ninguna otra calle. Forma un tranquilo y silencioso “cul de sac” donde las plantas crecen en un jardín de maceteros alineados a ambos lados formando un improvisado patio interior al que se asoma un pedacito de cielo. Desde el interior de la calle, se perfilan a contraluz las ventanas de los pisos de la Casa Josep Gros que se levantan sobre la bóveda de cañón de la entrada, como un puente que conecta con el otro lado de la calle, hasta la pared de la capilla de la Virgen de la Ayuda cuyo con su discreto campanario.
Pasaje privado
Es la calle de la Volta de la Perdiu. Su nombre, según el nomenclátor de Barcelona, recuerda que aquí había diversos “lugares de venta de ‘perdiz’ , que equivale s ‘asaduras’ (vísceras, especialmente pulmón y corazón) de los animales”. Tal vez sí, pues unos metros más allá se encuentra la calle de las Freixures, donde “antiguamente estaban establecidos en esta calle los vendedores de bofes”. Aunque lo más interesante de la callejuela sin salida, que ha llegado hasta nuestros días más bien como un pasaje privado la bóveda de cañón (‘volta’, en catalán) por la que se accede y que también forma parte de su nombre.
Ese elemento arquitectónico por el que se abre paso la calleja, forma parte de la planta baja del edificio contiguo, conocido como Casa Josep Gros (por su promotor) o Casa de la Volta de la Perdiu. La bóveda sostiene el peso de algunos pisos, que ganan superficie expandiéndose sobre ella para aprovechar ese espacio elevado sobre la entrada a la calle.
Edificio protegido
La cosa fue más o menos así: en 1854, Josep Gros solicitó permiso para reedificar la casa esquinera de Sant Pere Més Baix y las Freixures, proyectado por el arquitecto Josep Ràfuls. Y, cinco años después, volvió a presentar otro proyecto del arquitecto Francesc Vila para el edificio adyacente a la Volta de la Perdiu. ¿El resultado? Este conjunto formado por dos edificios siameses de planta baja, entresuelo y cuatro pisos en el que la Volta de la Perdiu quedó integrada.
Es un edificio protegido. En el nivel inferior se abren los portales, que ocupan también el entresuelo, con arcos de medio punto que también acogen en esta planta unos pequeños balcones. De la clave de estos arcos nace una ménsula estriada sobre la que reposan los balcones de loseta de piedra y barandilla de hierro del primer piso.