La historia nos enseña que, en anteriores épocas, la necesidad de protección fue uno de los grandes impulsos para la arquitectura. La necesidad de saber cuándo tu pueblo podía ser atacado, o si comenzaba una invasión sobre el reino o condado, fue lo que, desde la Edad de Bronce, los humanos eligieran lugares altos para construir pueblos, ciudades, atalayas y, mucho después, castillos y fortalezas. Muchos de ellos presentan una curiosa característica: aprovechan el entorno natural. Pero hay uno, a una hora en coche desde Barcelona, que se ha pasado del juego: el castillo de Castellcir, también llamado La Popa.
Ubicado a escasos kilómetros de la localidad de Castellcir, en el Moianès, esta fortificación no destaca ni por una gran conservación, no por unas vistas que, si bien son bonitas, no compiten con las de otras ruinas. Se convierte en una parada obligatoria precisamente por el lugar en el que se levantó: una gran roca que, echándole imaginación, parece un barco de piedra.
Poco queda de sus 570 metros cuadrados distribuidos en dos plantas originales. Curiosamente, las ruinas se asemejan a la cabina de mando de un navío. Pero llama la atención porque, a pesar de ser pequeño --100 metros de largo por 7 de ancho--, debió ser especialmente fácil de defender y difícil de asaltar.
Historia
La primera mención documentada del castillo de Castellcir data del año 1014, hace ya más de un milenio. Originalmente conocido como el Castell de Tenes, adoptó su nombre actual a partir del inicio del siglo XI. La dinastía Castellcir incluso erigió su propia iglesia, la Iglesia de Sant Andreu.
A lo largo de los siglos, el castillo fue objeto de disputas entre diversas familias nobles, entre ellas los Centelles, quienes lo adquirieron en 1337. Posteriormente, la propiedad pasó a manos de los Planella, quienes ya eran propietarios del castillo de Montbui. Junto con los Masovers, los Planella mantuvieron la fortificación en buen estado hasta principios del siglo XX.
Con el tiempo, el castillo fue transformándose gradualmente en una granja. En los albores del siglo XX, sus dependencias albergaban establos, graneros y corrales. Aunque hoy en día apenas quedan vestigios de sus muros, lo que permanece sigue siendo impresionante para quienes se acercan a contemplarlo.
Cómo llegar
Para llegar desde Barcelona, se puede tomar la C-17 hasta Els Hostalets de Balanyà y luego volver un poco atrás por la C-1413b hasta Castellcir, o bien seguir por la C-57 hasta el desvío a Sant Quirze Safaja por la BV-1341 hasta Castellcir.
Además, se puede hacer una ruta de senderismo de unos nueve kilómetros de ida y vuelta. En total, son unas cuatro horas hasta la plaza central de Castellcir. Tiene también una fácil señalización, lo que lo convierte en una ruta muy apetecible para un fin de semana ahora que llega la primavera.