Una famosa plaza de Barcelona en el pasado medieval fue una explanada más con mercadillos ambulantes. Se trata de la plaza de Catalunya, el actual centro neurálgico de la capital catalana. Esta plaza no solo es uno de los puntos de conexión de la mayoría de transportes públicos, sino que también alberga el principio de las zonas más turísticas y comerciales de la urbe, como son la Rambla, el paseo de Gràcia y el portal de l'Àngel. 

Pese a que en la actualidad es la mayor plaza de la ciudad, no siempre lo fue. Antiguamente, este espacio no era más que una explanada a las afueras de la ciudad.  Situada justo al lado de una de las puertas principales de la muralla, el lugar se convirtió durante muchos años en punto de reunión de comerciantes, que levantaban mercadillos a menudo. 

Construcción de la plaza

Cuando se derribaron las murallas y el arquitecto Ildefons Cerdà diseñó lo que iba a ser el Eixample, no contempló levantar la plaza. Para el arquitecto, el centro de la ciudad se articularía alrededor de la plaza de les Glòries Catalanes.

Sin embargo, el Pla Cerdà chocaba con el Pla Rovira, otro proyecto urbanístico que sí preveía una plaza. La preferencia del Ayuntamiento de la década de 1860 por este último, así como la centenaria tradición que ya contemplaba este espacio como un punto de reunión hizo que, a pesar del triunfo del Pla Cerdà, se llevara a cabo la construcción de la plaza. Los trabajos comenzaron en 1902, después de que se derrumbaran las edificaciones allí levantadas.