Barcelona es una ciudad que combina a la perfección la historia con la modernidad, y su mapa refleja esta rica diversidad. Las calles se entrelazan en un intrincado patrón que mezcla el diseño medieval del Gòtic con el trazo ordenado del Eixample. El trazado de las calles es una mezcla de callejones estrechos y plazas encantadoras en el casco antiguo, mientras que en el Pla Cerdà se pueden encontrar avenidas amplias y rectilíneas como la Gran Via o el paseo de Gràcia, adornadas con impresionantes edificios modernistas.

Una de estas grandes avenidas es la calle Aragó, una de las arterias principales de Barcelona que destaca por su flujo de tráfico. A lo largo de esta avenida, se pueden encontrar una mezcla ecléctica de edificios modernistas y construcciones contemporáneas, reflejo del dinamismo y la evolución de la ciudad. Su posición estratégica la convierte en una vía clave para conectar distintos puntos de Barcelona, facilitando el acceso a importantes lugares de interés como el paseo de Gràcia, y sirviendo como un eje vital en el tejido urbano de la capital catalana.

Historia

La calle Aragó fue una propuesta del ministro Víctor Balaguer y fue bautizada con su nombre actual por el Ayuntamiento el 18 de diciembre de 1863. El creador del Pla Cerdà, Ildefons Cerdà, diseñó la calle entre las de Consell de Cent y València como la más idónea para el paso del ferrocarril, que llegaría desde las estaciones del Nord y França hasta la plaza de las Glòries.

Por esta razón es una de las vías con más amplitud de la ciudad. De hecho, la calle tenía una anchura de 50 metros para poder contrarrestar la pérdida de espacio por la ubicación de las dos vías del tren. Por aquel entonces, la población pensó que la anchura era desmesurada, especialmente los propietarios de terrenos que debían ser expropiados para la realización del proyecto y también el Ayuntamiento. Finalmente, se decidió que la anchura sería los 30 metros actuales.

La calle de Aragó, llena de coches, a mediados de septiembre METRÓPOLI

El proyecto desde un principio tuvo grandes detractores. Por un lado, porque entorpecía el tráfico. Por otro, por la gran cantidad de accidentes que había. La solución vino de la mano de José de Echegaray, que decidió que lo mejor era realizar el recorrido a través de una zanja por la calle Aragó. Este proyecto consistía en hacer pasar las vías por el centro, construyendo en las calles con dirección mar - montaña unos puentes que facilitarían la unión entre ambas partes de la ciudad.

Mejoras en la circulación

Con el paso de los años y los avances tecnológicos mejoró la situación. Gracias a la electricidad, desaparecieron las locomotoras de vapor. En 1956 se electrificó la línea Barcelona y Tarragona. En 1957, empezaron las obras de cobertura de la zanja de la calle Aragó y se acondicionó como estación subterránea, inaugurada en noviembre de 1960. Las obras de la cobertura total que incluía el cierre de la avenida Roma entre la Calle Casanova y la de Comte Urgell finalizaron en 1962.

Más tarde, la circulación se unificó en sentido Besòs-Llobregat. Actualmente, es la más rápida para atravesar la ciudad.