Montclar, un pequeño pueblo situado en el corazón de Catalunya, a solo una hora de Barcelona, es un destino rural lleno de encanto y con una historia fascinante. Este enclave montañoso cuenta con solo 129 habitantes y alrededor de 20 viviendas, pero su tranquilidad y belleza lo convierten en un lugar único.

Durante los años 40, Montclar quedó completamente despoblado, víctima de la migración hacia las ciudades en busca de mejores oportunidades. El pueblo se convirtió en un sitio desolado y silencioso. Sin embargo, la historia de Montclar dio un giro en 1964 cuando un grupo de excursionistas llegó a la zona. Estos aventureros, cautivados por la belleza y la tranquilidad del lugar, decidieron asentarse allí y comenzar la ardua tarea de reconstrucción.

El pasado histórico de Montclar

La recuperación de Montclar en los años 60 fue un proceso lleno de desafíos, pero también de una profunda dedicación a preservar la esencia histórica del pueblo. Situado en lo alto de una colina entre las ondulaciones del sur del Berguedà, Montclar ofrece vistas panorámicas que quitan el aliento. El núcleo del pueblo está formado por una veintena de casas de piedra y una iglesia parroquial, todas ellas datadas de los siglos XVII y XVIII. Estas edificaciones, dispuestas alrededor de una acogedora plaza, son testimonio del pasado glorioso del pueblo.

El amanecer en Montclar AYUNTAMIENTO DE MONTCLAR

La restauración de Montclar se llevó a cabo con un profundo respeto por la tradición urbanística. Este enfoque ha permitido que el entorno urbano mantenga una armonía perfecta con el paisaje natural que lo rodea. Los campos, bosques y casas diseminadas a lo largo del municipio crean un mosaico de colores y texturas que cambia con cada estación del año. La primavera trae un estallido de flores silvestres, el verano ofrece días largos y soleados, el otoño tiñe el paisaje de tonos dorados y el invierno cubre las montañas con un manto blanco de nieve.

El lugar perfecto para escapar del bullicio de la ciudad

Montclar no solo es un refugio para aquellos que buscan escapar del bullicio de la ciudad, sino también un lugar lleno de historia y cultura. La iglesia parroquial, con su arquitectura robusta y sencilla, es un punto focal del pueblo y ha sido testigo de innumerables eventos a lo largo de los siglos. Las casas de piedra, con sus techos de tejas y sus fachadas envejecidas, cuentan historias de generaciones pasadas y de una forma de vida que ha perdurado a pesar del paso del tiempo.