Un 30,7% de las personas que viven en zonas de alta vulnerabilidad al calor en Barcelona declara no poder mantener la vivienda a buena temperatura durante el verano, según una encuesta realizada por el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) y el Institut Metròpoli.
Los resultados del estudio revelan un empeoramiento de la pobreza energética con respecto a los datos de 2022, cuando las cifras de descontento eran del 23% en la época estival.
El frío, otro problema climático en invierno
Además, el 11,5% de los encuestados asegura tener retrasos en el pago de las facturas de servicios básicos.
Durante los meses fríos, la incapacidad de climatizar el hogar se reduce y afecta al 19,3% de los encuestados, un porcentaje similar al de 2022, cuando fue del 18,8%.
El transporte público y el trabajo, oasis
Los espacios cotidianos donde se percibe el calor con más intensidad son los centros urbanos de las ciudades, los recorridos diarios a pie o en bicicleta y en casa durante el día y la noche. El transporte público y el trabajo, en cambio, se sitúan como los espacios de más confort térmico.
El estudio también pone el foco en la salud, la condición física y social y la adaptación al calor. Al respecto, concluye que el incremento de las temperaturas ha provocado problemas comunes en el 50% de los encuestados, como dificultades para conciliar el sueño, más cansancio y malestar emocional.
Las personas más vulnerables, a quien más afecta el calor
En este sentido, se han detectado diferencias según las características de distintos grupos: las personas en situaciones de vulnerabilidad o dependencia sufren más los efectos del calor en la salud, por ejemplo.
Según los resultados de la encuesta, las medidas más frecuentes para paliar estas consecuencias son cambios de comportamiento en interior y exterior, la instalación de persianas o ventiladores y el desplazamiento a espacios naturales más frescos.