La costa catalana está repleta de pueblitos con encanto. Algunos de ellos son lugares perfectos para escapar un día festivo y olvidarse del tráfico, la contaminación y el vaivén de las ciudades. Y no hace falta ir hasta la Costa Brava para encontrar lugares de película: a 30 minutos de Barcelona se encuentra Sant Pol de Mar, un pueblito pesquero que maravillará a todo aquel que lo visite.
Situado en la comarca del Maresme, Sant Pol es un antiguo pueblo de pescadores y un perfecto destino de playa. El lugar está repleto de casas blancas, lo que lo convierte en un lugar de cuento, y en el destino ideal para huir de la ciudad.
Pero no solo vive de encanto y de playas esta localidad, sino de un gran patrimonio histórico. El pueblo esconde en su interior a la iglesia de Sant Jaume, un monumento de estilo gótico; y a la ermita de Sant Pau, del siglo XI y con vistas espectaculares del pueblo. También cuenta con dos preciosas casas modernistas, entre las que destaca Can Planiol, en la calle Abat Deas.
Ideal para los paladares más selectos
Los amantes de la comida podrán disfrutar de uno de los restaurantes más conocidos de toda Cataluña, el Cuina Sant Pau. El local llegó a contar con tres estrellas Michelín y numerosos reconocimientos internacionales gracias a Carme Ruscalleda. Recientemente, ha sido reabierto por su hijo, el también chef multipremiado Raül Balam.
Hay que reservar para ir a este restaurante, que abre todos los días, excepto lunes y martes. En él, se reivindica el producto del Maresme con pequeños toques de comida brasileña.