Cuando pensamos en el modernismo catalán, lo primero que nos viene a la mente es el Eixample de Barcelona, con sus majestuosas obras de Antoni Gaudí, Josep Puig i Cadafalch, y Lluís Domènech i Montaner. Sin embargo, uno de los secretos mejor guardados del modernismo catalán se encuentra a solo 30 minutos de Barcelona, en un pequeño pueblo llamado Garriga.
El paseo de la Garriga, también conocido como Passeig, es una joya arquitectónica que alberga algunas de las casas modernistas más impresionantes y menos conocidas de Cataluña.
El paseo modernista de la Garriga
El paseo de la Garriga es una avenida amplia, flanqueada por árboles centenarios, que ofrece una experiencia única para los amantes de la arquitectura modernista. A lo largo de esta calle, se pueden admirar magníficas villas construidas a finales del siglo XIX y principios del XX. Estas casas, que solían ser residencias de verano para la burguesía barcelonesa, destacan por sus fachadas adornadas con elementos florales, balcones de hierro forjado y mosaicos de vivos colores, características distintivas del modernismo catalán.
Una de las joyas del paseo es la Casa Barbey, diseñada por el arquitecto Joaquim Raspall, una de las figuras clave del modernismo en la región. Este edificio destaca por su fachada de piedra labrada, combinada con cerámica y vitrales que forman un conjunto armonioso y elegante. Otra obra destacada es la Casa Bomtemps, una villa de estilo modernista que impresiona por su rica ornamentación y el uso de materiales nobles como el mármol y la madera tallada.
Un pueblo perfecto para escapar del bullicio de Barcelona
Además de la arquitectura, el paseo de la Garriga ofrece una atmósfera tranquila y apacible, muy diferente del bullicio de Barcelona. Pasear por esta calle es como viajar en el tiempo, a una época en la que el modernismo florecía y transformaba el paisaje urbano de Catalunya. Los visitantes pueden disfrutar de un recorrido relajante, admirando los detalles arquitectónicos y explorando los pequeños jardines que rodean las villas.
El pueblo de Garriga, por su parte, ofrece más que solo modernismo. Es conocido también por sus aguas termales, que han atraído a visitantes desde la época romana. El Balneario Blancafort es un lugar ideal para disfrutar de un día de relajación, aprovechando las propiedades curativas de sus aguas termales. Además, la Garriga cuenta con un encantador casco antiguo, donde se pueden encontrar pequeñas tiendas de artesanía, cafés acogedores y restaurantes que ofrecen la deliciosa cocina local.
Cómo llegar a la Garriga desde Barcelona
Llegar al paseo de la Garriga desde Barcelona es muy sencillo. Si se opta por el coche, se debe tomar la autopista C-17 en dirección a Vic, y en aproximadamente 30 minutos se llega al pueblo. Para aquellos que prefieren el transporte público, la línea R3 de Rodalies es la opción ideal. Esta línea conecta Barcelona con Garriga en un trayecto que dura alrededor de 40 minutos, y los trenes salen regularmente desde la estación de Sants o la plaza de Catalunya. Al llegar a la estación de Garriga, solo hay que caminar unos minutos para llegar al Paseo y comenzar a disfrutar de este tesoro modernista oculto.