Cuando se habla de pueblos medievales de Barcelona, los nombres que suelen venir a la mente son Mura o Cardona, ambos muy conocidos por su encanto histórico y paisajístico. Sin embargo, Montmajor, un pueblo en el Bajo Berguedà, se mantiene como uno de los secretos mejor guardados de la región, especialmente en los meses de otoño, cuando sus paisajes se tiñen de tonos dorados y rojizos, creando un ambiente mágico que invita a recorrerlo.
Situado en contacto con el Solsonès y el Bages, Montmajor es el municipio más extenso de su comarca, abarcando nada menos que 76,49 kilómetros cuadrados. A pesar de su gran tamaño, la población está distribuida de manera dispersa, con gran parte de sus habitantes viviendo en masías rodeadas de campos de cultivo y bosques frondosos. Este escenario rural, combinado con su legado histórico, hace de Montmajor un destino perfecto para aquellos que buscan tranquilidad, belleza natural y un toque de historia medieval en sus escapadas otoñales.
Historia y arquitectura para descubrir
Montmajor comprende varias antiguas parroquias como Gargallà, Sorba, El Pujol de Planés y Sant Feliu de Lluelles, además de otros enclaves históricos como Comaposada y Canales de Catllarí, situados en los Rassos de Peguera. Cada uno de estos núcleos esconde vestigios de un pasado medieval, con iglesias románicas y masías que datan de siglos atrás. La iglesia de Sant Feliu de Lluelles, por ejemplo, es una joya arquitectónica que no puede pasar desapercibida para los amantes de la historia y el arte.
Otro punto de interés es Sorba, conocido por su torre medieval y la iglesia románica de Sant Pere. Este pequeño rincón es perfecto para quienes disfrutan de caminar entre construcciones de piedra y sentir el peso de los siglos a cada paso. El otoño, con sus días frescos y cielos claros, ofrece las mejores condiciones para explorar estos vestigios de la Edad Media sin las aglomeraciones de otros destinos más turísticos.
Paisajes de otoño y actividades rurales
Más allá de su historia, Montmajor destaca por su entorno natural. Los bosques de pinos, encinas y robles que rodean el municipio se convierten en un espectáculo visual durante el otoño, cuando las hojas cambian de color y cubren el suelo con una alfombra natural de tonos cálidos.
La economía del pueblo sigue siendo básicamente rural, centrada en el cultivo de cereales como el trigo y la cebada, así como en la cría de ganado vacuno y porcino. Durante el otoño, los visitantes pueden disfrutar de productos locales frescos, como embutidos y quesos, y aprender más sobre la vida en las masías, muchas de las cuales siguen activas y abren sus puertas a quienes deseen conocer más sobre las tradiciones agrícolas y ganaderas de la zona.
Un destino para escapar de la rutina
Si bien Mura y Cardona siguen siendo opciones populares para escapadas de fin de semana, Montmajor ofrece una alternativa más tranquila y auténtica para quienes prefieren evitar las multitudes y sumergirse en un ambiente rural y medieval. La combinación de historia, paisajes naturales y la calidez de su gente lo convierte en un destino ideal para el otoño.