El domingo 27 de octubre, como marca la tradición, los relojes en España se atrasarán una hora para adaptarse al horario de invierno. A las 03:00 de la madrugada, volverán a ser las 02:00, conforme a lo establecido en el Real Decreto 236/2002, que regula el cambio de hora en verano e invierno.
Este ajuste, que ocurre cada año, busca aprovechar mejor las horas de luz natural, con el objetivo de ahorrar energía. Sin embargo, esta práctica sigue generando debate. Por un lado, sus defensores señalan las ventajas en el ahorro energético y el aumento de las horas de luz durante el día. Por otro, los críticos advierten de los posibles efectos negativos en la salud, como alteraciones del sueño y la aparición de problemas relacionados con los ritmos circadianos.
¿Un cambio necesario?
A pesar de la intención de optimizar el uso de la luz solar, el cambio de hora sigue siendo un tema controvertido en muchos sectores. Estudios recientes sugieren que, además de afectar al sueño, podría estar vinculado a un ligero aumento en los accidentes de tráfico durante los días posteriores al ajuste. Aun así, las autoridades continúan defendiendo el modelo actual, argumentando que los beneficios económicos y energéticos siguen siendo relevantes.
El origen de esta medida se remonta a la Primera Guerra Mundial, cuando varios países europeos decidieron implementarla para reducir el consumo de combustible. Con el paso del tiempo, esta práctica fue adoptada por otros países, y en la actualidad, la Unión Europea permite a los Estados miembros decidir si desean mantener o eliminar el cambio de hora.
Hasta marzo
El cambio de hora en España se realiza dos veces al año. En marzo, los relojes se adelantan una hora para dar paso al horario de verano, y en octubre, se retrasan para volver al horario de invierno. Este año, la modificación será el 27 de octubre y se mantendrá hasta la primavera de 2025, cuando de nuevo los relojes se adelantarán una hora.