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A una hora de Barcelona se encuentra un pequeño pueblo que lleva el nombre de un método nipón para ser más eficiente: Mura. Con el término, los japoneses buscan la eliminación de desperdicio buscando hacer más con menos recursos.

Este municipio es un auténtico tesoro que, con menos de 250 habitantes, transporta a los visitantes a otra época. Este pequeño pueblo no solo es el más bonito de Barcelona, sino también uno de los mejores de toda España.

Raíces medievales

Con raíces que se extienden hasta la Edad Media, Mura se presenta como un destino singular que fusiona la arquitectura medieval con la impresionante belleza de su entorno natural.

Entre sus principales atractivos destaca el castillo de Mura, construido en el siglo XI. Ubicado en lo alto de una colina, el castillo ofrece vistas panorámicas sobre la naturaleza circundante, con el famoso Gorg del Pare como uno de sus paisajes más icónicos.

Las calles de Mura, angostas y empedradas, están adornadas con fachadas de piedra, balcones de hierro forjado y coloridas macetas. Pasear por sus callejones es como retroceder en el tiempo. El centro neurálgico del pueblo es la plaza de la Església, rodeada de edificios históricos que acentúan el encanto de este lugar.

Diversas actividades 

En Mura, los visitantes tienen la oportunidad de disfrutar de diversas actividades. Desde explorar las antiguas ruinas del castillo hasta realizar senderismo por los senderos que serpentean entre los bosques.

Aquellos interesados en la historia pueden optar por participar en visitas guiadas que desvelan los secretos más profundos del pueblo.

¿Cómo llegar?

Mura se encuentra a tan solo 70 kilómetros del centro de Barcelona, y se puede acceder fácilmente en coche por la autopista C-16 en dirección a Manresa, siguiendo luego las indicaciones hacia Mura. 

Para quienes prefieran el transporte público, una opción es tomar un tren desde la estación de Sants en Barcelona hacia Manresa, y desde allí un autobús que conecta directamente con Mura. Aunque el trayecto en transporte público puede ser más largo, ofrece la oportunidad de disfrutar del paisaje antes de llegar al destino final.