Publicada
Actualizada

Si de algo presume Barcelona es de sus numerosos bares de tapas. Y es que los barceloneses se vuelven locos por estos platillos y los baristas lo saben bien. En Gràcia, en concreto, hay uno que está catalogado como Lugar Emblemático.

Se trata del Bar Oller, un establecimiento abierto desde 1928 por Josep Oller padre. En un inicio se trataba de un pequeño establecimiento de restauración que ocupaba la mitad del local de lo que es en la actualidad. 

No fue hasta los años 60 del siglo pasado cuando la familia fundadora y propietaria pudo adquirir el negocio de al lado gracias a la popularidad del restaurante. Así, el local pasó a tener el doble de su capacidad original gracias a la adquisición de lo que era una planchadora. 

Historias de muchas generaciones

Las paredes del bar guardan historias increíbles de los cientos de miles de clientes que han pasado por sus mesas en los casi 100 años de antigüedad. Aún hoy, muchos hijos e incluso nietos de personas que se conocieron en su interior se acercan hasta el establecimiento y explican al actual propietario, Alcides Pimentel, las historias de amor de sus antepasados. 

Una cerveza en una imagen de archivo FLICKR

Traspasos

A mediados de los años 70, el hijo de Josep Oller, tomó los mandos del restaurante. El fundador se dedicó toda la vida al bar que creó y convirtió en uno de los establecimientos más conocidos del barrio hasta que falleció. 

Entonces, el hijo dejó su puesto como trabajador bancario y tomó el relevo de su padre. Junto a su hermana llevó el bar durante 30 años, hasta que en 2002 los problemas de salud le obligaron a traspasarlo. 

Fue entonces cuando se lo propuso al actual propietario, Alcides Pimentel, que había trabajado como camarero desde 1991. 

Pimentel lo aceptó, aunque no sin pensárselo. Por aquel entonces era un joven estudiante que trabajaba para poder financiarse los estudios de Geografía y tenía dudas sobre el camino que debía seguir: acabar su formación o dedicarse al bar.

Según ha explicado, también pesó la popularidad del bar, ya que era muy conocido. Finalmente, Pimentel aceptó la propuesta del hijo del fundador y tomó el control del negocio.