La escultura de Eduardo Úrculo

La escultura de Eduardo Úrculo

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‘El Culo’: un par de nalgas para un doble homenaje en Barcelona

La escultura de 6,5 metros de altura, obra de Eduardo Úrculo y dedicada al economista Santiago Roldán, convirtió la capital catalana en la primera ciudad occidental en tener un monumento al trasero

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Érase una vez… ‘El Culo’. ¿Un culo? Sí, un trasero, un pandero, un pompis… pero no uno cualquiera, sino uno en concreto: ‘El Culo’, la obra de arte urbano firmada por el artista vasco Eduardo Úrculo y que, desde 1999, luce sin complejos y con orgullo en un rincón del Parque de Carles I de Barcelona.

Concretamente, en la isla verde situada en el cruce de Marina con la avenida Icària. ¡Como para no verlo! Es una enorme escultura de bronce que representa unas largas piernas femeninas muy estilizadas, coronadas, cómo no, por unas sugerentes nalgas.

En total, 6,5 metros de altura: un homenaje monumental a esa ignorada parte trasera del cuerpo humano, de vital importancia funcional, estética y cultural. A los pies de la escultura, en una placa sencilla y austera, puede leerse: “A Santiago Roldán”.

La escultura 'El culo', de Eduardo Úrculo

La escultura 'El culo', de Eduardo Úrculo

Y sí, porque esta obra es una dedicatoria especial a este economista, presidente del Holding Olímpico encargado de supervisar las obras de la Barcelona de 1992 y fallecido a los 59 años en 1993, un año después de los JJ.OO. La pregunta es: ¿qué relación guarda el trasero con la memoria de Roldán?

Una patria global

Durante la inauguración en 1999, el autor argumentaba la elección de esta escultura porque veía en ella algo de columna griega, que evocaba el Mediterráneo y su cultura hedonista, además de sintonizar, en su opinión, con la manera de ser del homenajeado.

Hay que destacar que el tema del trasero es muy frecuente y admirado en la obra escultórica y pictórica de Úrculo. El artista vasco, fallecido en 2003, declaró públicamente en más de una ocasión que consideraba esta parte del cuerpo, esa donde la espalda pierde su casto nombre, según el dicho popular, “una patria global que disuelve las fronteras entre lo masculino y lo femenino”.

De hecho, el artista siempre se mostró orgulloso de esta obra, entre otras cosas porque, gracias a ella, Barcelona se convirtió en la primera ciudad occidental en tener un monumento al trasero. Dos años más tarde, en 2001, Úrculo levantó otra escultura similar, llamada Culis Monumentalibus, también por encargo municipal, ante el teatro Campoamor, en el centro histórico de Oviedo.