Algunos barrios de Barcelona parecen pueblos, y es que algunos de ellos lo fueron de verdad. Un ejemplo de ello es Gràcia, que durante más de 200 años se configuró como una pequeña urbe tranquila, agrícola y alejada del bullicio de la capital catalana.
Este barrio emblemático de Barcelona, conocido ahora por su vida cultural, su fama fiestera, las terrazas repletas de gente y su ambiente bohemio, nació en el siglo XVII alrededor del Convento de Nuestra Señora de Gracia.
Imagen de archivo de las Fiestas de Gràcia en el carrer de Bonavista en 1880
Tres pueblos anexionados
No fue hasta mediados del siglo XIX que Gràcia perdió su estatus independiente y se anexionó a la Barcelona industrial.
En 1897, tanto este pequeño barrio al norte de la ciudad como Sants y Sant Andreu pasaron a formar parte de la gran metrópoli.
La identidad de Gràcia intacta
Gràcia cambió sus huertas y tierras de cultivo por asfalto y aceras. La urbanización, no obstante, no borró del todo la identidad del barrio, que sigue presente hoy en día.
Calles míticas como la plaza del Sol, la Plaza de la Vila y la calle Verdi conservan el aire pueblerino del siglo XVII y sus habitantes, los 'graciencs', lucen su lugar de nacimiento como una nacionalidad casi.
La plaza de la Vila de Gràcia de Barcelona
La vida de barrio y comunidad ha perdurado con los años, pese a ser ahora uno de los puntos calientes del turismo en Barcelona.
Fiestas y cultura popular
Tradiciones como la fiesta mayor de Gràcia, que se celebra a finales de agosto y decora las calles de la Vila cada año con impresionantes diseños, siguen siendo marca de la casa desde el siglo XIX.
Imagen de archivo de un ‘correfoc’ en las Fiestas de Gràcia
Gràcia también es un bastión de la cultura bohemia y alternativa en Barcelona. Sus cines independientes, tiendas artesanales y la presencia de artistas le dan un carácter único que atrae tanto a locales como a visitantes.