Fachada de la Farmacia Óptica Estrany en Barcelona

Fachada de la Farmacia Óptica Estrany en Barcelona Metrópoli

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Santiago Pedragosa, farmacéutico en Barcelona: "En un negocio de barrio se puede fiar a los vecinos, sabemos quien viene cada mes"

La capital catalana se ha recuperado del corte de suministro, que obligó a muchos establecimientos, sin luz ni conexión, a recurrir a métodos analógicos para seguir atendiendo, fiando medicamentos a vecinos conocidos

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Barcelona ya se ha recuperado tras el histórico apagón que dejó la ciudad sin luz durante varias horas. Sobre las 12:30 de la mañana del lunes, 28 de abril, la capital catalana se apagó y el caos sustituyó la rutina: semáforos fuera de servicio, trenes detenidos, datáfonos inservibles, móviles sin señal y comercios paralizados.

En una ciudad acostumbrada a vivir conectada, el silencio eléctrico se hizo notar con fuerza. Sin previo aviso, la vida urbana se ralentizó, y miles de ciudadanos tuvieron que improvisar en una jornada que quedará grabada en la memoria de todos.

El gran apagón eléctrico dejó fuera de juego a uno de los servicios más esenciales para la ciudadanía: las farmacias. Sin luz, sin conexión a internet y con un sistema inoperativo, muchas se vieron obligadas a suspender la venta de medicamentos con receta, improvisar con papel y bolígrafo, y fiar productos esenciales a vecinos habituales.

La Farmacia Pedragosa en Barcelona

La Farmacia Pedragosa en Barcelona Metrópoli

Tampoco podían vender productos que no requerían prescripción médica más allá de "los que tenían el precio ya apuntado", asegura Santiago Pedragosa, farmacéutico y dueño de la Farmacia Pedragosa, ubicada en la calle Sant Pere Més Baix, en Ciutat Vella. 

Caída en el sistema del CatSalut

El problema fue triple: no podían ver los precios, no podían cobrar con tarjeta, y sobre todo, no podían acceder al sistema del CatSalut que regula el suministro de medicamentos bajo receta médica. 

“No es algo nuevo”, asegura Pedragosa. “En esta calle tenemos cortes frecuentes, por lo que muchas veces nos quedamos sin suministro y debemos arreglárnoslas”, explica. Por ello esta vez no fue diferente, aunque el caos era generalizado. 

Otro de los grandes problemas fue que la luz dejó de alimentar las neveras que mantenían refrigerados los medicamentos que requieren ser conservados en un rango de temperatura óptima para evitar su pérdida. Las pequeñas farmacias no tienen los generadores que les permitiera substituir la energía eléctrica con la caída de suministro.

Imagen de archivo de una farmacia

Imagen de archivo de una farmacia EFE

Puertas abiertas

Los y las farmacéuticas en toda el área metropolitana pasaron la jornada entre la incertidumbre y el compromiso con el servicio público que realizan. Algunos optaron por cerrar por completo tras las primeras horas del apagón. Otros, como Santiago Pedragosa, mantuvieron la persiana a medio abrir, atendiendo solo a los pacientes que llegaban con urgencia. 

En esta farmacia del distrito de Ciutat Vella la luz volvió sobre las 16:15 horas, por lo que pudieron acceder al sistema informático y empezar a recuperar la normalidad con la venta de medicamentos y productos. 

Una suerte diferente corrieron otras farmacias. Es el caso de la Farmacia Óptica Estrany, en la misma Via Laietana de Barcelona. Aunque estaba situada a escasos 200 metros de la Farmacia Pedragosa, justo al lado del emblemático Palau de la Música, la luz no volvió hasta la noche, por lo que no pudieron abrir al público por la tarde ni vender ningún fármaco. Únicamente vendieron algunos medicamentos por la mañana, durante las primeras horas de corte. “Fue un caos”, aseguran. 

Papel y boli

El caos tecnológico devolvió a las farmacias a métodos analógicos. “Volvimos al papel y al bolígrafo”, explica el propietario del local. Se anotaban nombres, tratamientos y dosis entregadas. 

"Nos quedamos totalmente bloqueados", aseguran desde la farmacia. "No podíamos acceder al sistema, no podíamos cobrar con tarjeta", añade. 

Medicamentos en una imagen de archivo

Medicamentos en una imagen de archivo PXHERE

Sin acceso a historiales clínicos ni validación electrónica de recetas, la solución fue fiar, pero solo a quienes conocían al ser una farmacia de barrio. “Sabemos quién viene cada mes por lo mismo. Les dimos lo que necesitaban y ya han pasado a pagar cuando todo ha vuelto a la normalidad”, asegura Pedragosa.

Muchos turistas también se acercaron al ver el local abierto en busca de medicamentos o productos básicos. Sin embargo, las dificultades para pagar —ante la caída de los sistemas de cobro electrónico— impidieron completar las compras. “A ellos no les podíamos fiar. Si no se podía pagar en efectivo, no se les pudo vender nada”, admite Pedragosa.

“Fiamos a vecinos, pero no podíamos hacerlo a los turistas”, añaden desde la Farmacia Óptica Estrany. "Son personas que no conocemos”, apuntan. 

Pérdidas

Con el servicio eléctrico ya plenamente restablecido y la normalidad recuperada, los esfuerzos se han centrado en calcular las posibles pérdidas de medicamentos por el apagón de los frigoríficos e introducir los datos en el sistema. 

Pese a las horas sin suministro eléctrico, las farmacias de Barcelona han podido preservar la mayor parte de los medicamentos refrigerados gracias a la capacidad de aislamiento de los frigoríficos y a que no se abrieron durante el apagón. Según han explicado, un frigorífico cerrado puede mantener la temperatura entre 2 y 8 grados durante varias horas. 

Esta estabilidad térmica ha sido clave para evitar la degradación de los fármacos más sensibles, ya que según apuntan desde los establecimientos consultados, los medicamentos deberían haber estado "muchas más horas" en una temperatura más elevada para haberse dañado.