Roger Bettosini, CEO de 99cheesecake en la tienda de calle Aribau en Barcelona Barcelona
Roger, el joven que vende las tartas de queso más baratas de Barcelona: "Sin la ayuda de mis padres no habría podido"
El barcelonés, con tan solo 22 años y miles de seguidores en redes sociales, ha logrado crear un negocio que aspira a ser un "referente" en toda Europa
Antes de tener empleados, obrador o siquiera una tienda, el joven barcelonés Roger Bettosini, de 22 años, ya estaba construyendo su negocio.
Lo hacía desde su casa, con un móvil en la mano y una idea en la cabeza: quería vender tartas de queso como nadie lo había hecho antes, a solo 99 céntimos la porción.
“Lo interesante de esto es que empezamos a colgar vídeos antes de siquiera constituirnos como empresa”, cuenta Roger a Metrópoli.
Tienda '99Cheesecake' de la calle Aribau en Barcelona Barcelona
No había guion ni grandes medios: solo él, hablando a cámara con naturalidad, compartiendo su historia, sus aciertos y también sus errores. “Subía vídeos cada día, siendo supertransparente, tanto cuando las cosas iban bien como cuando iban mal”, asegura el joven.
Un concepto muy viral
Esa honestidad conectó. Las visualizaciones se dispararon y el producto --aún sin cocina propia-- comenzó a hacerse viral. “Comprobamos que era un concepto muy viral, que creaba mucho engagement”. No era solo que la tarta gustara; era la historia, el proceso, la transparencia.
Cuando finalmente abrieron la primera tienda física en el número 42 de la calle Aribau, ya no eran unos desconocidos.
Trabajador de '99Cheesecake' elaborando uno de los trozos de tarta Barcelona
Las redes les habían servido como altavoz, pero también como comunidad. “Eso nos aseguró esa clientela inicial”, explica Roger.
Un primer día de locura
El joven recuerda el primer día como una "auténtica locura". Cientos de personas haciendo cola esperando para poder probar la tarta más barata del mercado. "Recuerdo decirle a un hombre mientras le atendía que ese precio no iba a ser solo así hoy, que iba a ser siempre y se quedó en shock", recuerda.
Ese primer día también le dejó otro recuerdo imborrable: “El primer sold out siempre se queda grabado en la mente".
Topping de '99Cheesecake' en calle Aribau, Barcelona Barcelona
Pero con el tiempo, esa escena se volvió rutina. “Al principio, sobre todo, nos quedábamos sin tartas prácticamente a tres horas del cierre”, explica.
La emoción inicial dio paso a una preocupación más pragmática: “Cuando vas por el vigésimo primer día y sigues haciendo sold out cada día a dos horas del cierre, empresarialmente no es interesante porque estás perdiendo dos horas de negocio”, cuenta.
Un precio casi imposible
Sin duda, una de las claves del éxito es el precio: 99 céntimos por porción de tarta. En un mercado donde los postres artesanos pueden superar fácilmente los cuatro o cinco euros, la cifra parece casi imposible.
Pero detrás de esa estrategia hay algo más que un gancho comercial. Tiene lógica, y mucha. “Esto lo estudiamos en primero de carrera de cualquier facultad de económicas: cuanto más compras, más barato te sale”, explica Roger.
Cartel con la carta de '99Cheesecake' Barcelona
“Los márgenes que tenemos ahora no tienen nada que ver con los del inicio”, reconoce. De hecho, advierte que, si alguien intentara replicar hoy su modelo desde cero, probablemente acabaría perdiendo dinero: “Una empresa nueva perdería dinero con cada tarta que vendiese, porque no tendría la capacidad de hacer compras como lo hacemos nosotros”.
Crecimiento y nuevos desafíos
Hoy, 99cheesecake tiene tres locales, dos de ellos en Barcelona, en calle Aribau y en Gràcia y uno abierto recientemente en Madrid. El joven tiene la aspiración de seguir creciendo en España.
Pero ese crecimiento trae consigo otros retos, menos visibles. Ya no se trata de batir queso ni de pensar en la siguiente receta viral.
Ahora, tal y como asegura, lo más complicado es gestionar personas. “La parte más impredecible del mundo son las personas”, reconoce.
“Lo más difícil no es que se te rompa un horno, porque compras otro. Lo complicado es perder a alguien que tenía ciertos conocimientos que no puedes reemplazar de inmediato”, lamenta el joven.
Una cultura de empresa con el ejemplo
Ya son casi 30 los empleados de 99cheesecake y, para el fundador, crear una cultura de empresa sólida en medio de una actividad incesante no es tarea fácil, pero tiene claro su enfoque: predicar con el ejemplo.
“Lo que intento transmitir a mis empleados es que yo soy uno más”, dice. Roger asegura que todos en el equipo le han visto limpiando, preparando tartas y atendiendo al público.
Así, entienden exactamente cómo quiere que se hagan las cosas, porque él y Laura, su pareja y socia, también se involucran en todas las tareas, incluso las más básicas.
El respaldo familiar y los primeros obstáculos
Roger es consciente de lo rápido que ha sido todo y de que él solo no hubiera sido capaz. “Ahora están muy orgullosos”, cuenta sobre sus padres, que le apoyaron desde el principio, también económicamente.
“Me apoyaron económicamente. Sin una parte de esa financiación no hubiese podido abrir”, asegura.
Aprender a soltar
Con el tiempo ha aprendido a relativizar. A entender que emprender no es solo soñar: también es aguantar, corregir y dejar ir. Por eso, uno de sus objetivos actuales es aprender a delegar. “La idea es ir delegando poco a poco en personas de confianza”, explica.
Ya no hace todas las compras, ni cocina todas las tartas, ni atiende al público como al principio. “Igual que antes hacía yo las compras y ahora tenemos un jefe de compras, pues poco a poco ir delegando aquellas funciones donde no sea imprescindible que esté yo”, relata.
La cara visible de 99cheesecake
Él ha sido el alma de la marca, el que aparece en cada vídeo. Pero eso, admite, puede ser un arma de doble filo.
Porciones de tarta de queso de '99Cheesecake' Barcelona
“Me gusta bastante que sea un proyecto personal, aunque es difícil mantener tu cara visible cuando el negocio crece”, dice. Y añade: “A la mínima que hagas algo mal tú personalmente, se ve perjudicado el negocio”.
"Tendría miedo si tuviera un mal producto"
Si pudiera volver atrás, hay algo que haría distinto: negociar. “Negociar mejor los alquileres”, responde tajantemente.
Ser joven, cuenta, le puso muchas veces en una posición de desventaja. “O bien te toman por tonto o bien no te hacen caso”. Esa falta de experiencia, reconoce, le llevó a aceptar condiciones que hoy no firmaría.
Pero a pesar del desgaste mental y físico que supone empezar un negocio, no tiene miedo a que todo se venga abajo. Su confianza está en la calidad. “Tendría miedo si tuviéramos un mal producto y si nuestro único gancho fuera el precio. Pero la gente repite por la calidad”, afirma.
Con los pies en la tierra
Y aunque acaban de dar el salto a nueva etapa abriendo el primer local en Madrid, Roger no pierde de vista lo que queda por delante. “Nuestro objetivo no es quedarnos con estas tres tiendas, sino expandirnos a nivel europeo”, dice. Eso sí, con los pies en el suelo: primero quieren consolidar el proyecto en España.
Una porción de tarta de queso con topping de '99Cheesecake' Barcelona
Mientras tanto, toca seguir. Y seguir, muchas veces, significa trabajar sin descanso. “A nivel personal, la calidad de vida te empeora muchísimo”, admite.
El sueño se ha cumplido. Pero como todos los sueños que se convierten en realidad, exige sacrificio, constancia y mucho más trabajo del que aparece en los vídeos.