Quizá te ha pasado. Llegas a una estación del metro de Barcelona, sacas tu tarjeta de transporte, buscas la ranura... y te sorprende que esté a la izquierda.
El gesto, que parece menor, rompe la rutina automática de quien se mueve por la ciudad. ¿Por qué en algunas estaciones validamos por el lado “equivocado”? La respuesta está en el pasado.
Un diseño para diestros… con lector a la izquierda
Todo empezó a principios de los años 90. Fue entonces cuando el metro implantó por primera vez los billetes con banda magnética.
Este nuevo sistema convivía con las antiguas tarjetas resistivas, como la T-1 de cartulina, que las máquinas devoraban viaje a viaje.
La maquinaria tenía que adaptarse a ambos modelos, y por eso se mantuvo el mismo mueble: una estructura robusta con el torniquete en el centro y el lector a la izquierda.
No era una cuestión de ergonomía, ni mucho menos un gesto para zurdos.
Históricos tornos del metro de Barcelona para zurdos
Simplemente, en aquel diseño, la superficie izquierda servía de soporte para las primeras máquinas de autoventa, colocadas ahí porque era más natural para los diestros.
Así, el usuario compraba el billete, lo introducía a la izquierda y empujaba el torno con la mano derecha. Todo quedaba alineado.
Del amarillo al gris: la estética del cambio
En esa época, las líneas de peaje del metro se pintaban de un amarillo intenso. Un color que también lucían las máquinas de autoventa de autobuses y las canceladoras.
Con la llegada del nuevo sistema magnético, los accesos amarillos empezaron a convivir con otros grises, que poco a poco fueron ganando terreno.
Pero el cambio fue solo tecnológico, no de diseño. Las estructuras antiguas siguieron instaladas, con la lectura a la izquierda, y solo se sustituyó el sistema de validación. Es por eso que, todavía hoy, algunos vestíbulos conservan ese esquema.
“Aquí ya lo tenemos automatizado”
En la estación de Passeig de Gràcia, dos trabajadoras de TMB, Valerie y Sandra, conocen de sobra la escena. “Aquí la gente de Barcelona ya lo tiene automatizado. La mayoría entra bien, sin pensar”, explican. Pero con los turistas la historia es diferente.
Tornos del metro de Passeig de Grácia
Los errores se repiten, sobre todo cuando hay grupos grandes. “El problema viene cuando se ponen muchos a la vez intentando entrar... y entran todos mal. Se equivocan en cadena y forman un embudo”, relata Valerie.
En esos casos, ellas intervienen, revisan los billetes uno a uno y les permiten pasar para que no los pierdan ni se queden bloqueados.
Es en estaciones como Llacuna es donde más ocurre. “Allí hay mucho turista, y al final son ellos los que más se equivocan”, añade Sandra.
Remodelaciones a la vista, pero con limitaciones
Pese a las confusiones, el sistema tiene los días contados. Las famosas puertas deslizantes, conocidas internamente como puertas PAR, ya están en tres de cada cuatro vestíbulos de la red.
Tienen el lector a la derecha, incluyen acceso para personas con movilidad reducida y son más eficaces contra el fraude.
Tornos del metro de Passeig de Grácia
Las trabajadoras explican que está previsto que en septiembre arranquen las obras de remodelación en Passeig de Gràcia. “Se hará todo más accesible e intuitivo”, aseguran.
Sin embargo, reconocen que las obras van lentas. "Se deberían cambiar muchas estaciones, pero el presupuesto es limitado, pero bueno, las obras avanzan".
Un metro que se moderniza… poco a poco
Mientras tanto, la señalización se va renovando para evitar confusiones: barras separadoras, flechas, carteles que indican por dónde pasar.
Pero la imagen de un turista despistado con la tarjeta en la mano izquierda, intentando entrar por el lado incorrecto, sigue formando parte del día a día en el metro de Barcelona.
Una historia pequeña, cotidiana, pero que nos recuerda que incluso los torniquetes esconden memoria.