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Barcelona puede ser muchas cosas, pero últimamente lo que menos parece es una ciudad para vivir. Al menos, no para los de aquí.

Queco Novell, periodista reconvertido en actor de sátira política, lo decía ya en 2018, sin rodeos en una entrevista en Tot Barcelona: “Estamos condenados a dejar el centro de la ciudad a los turistas”.

Varios turistas con maletas en el centro de Barcelona, a 17 de septiembre de 2024, en Barcelona EUROPA PRESS

De los informativos al humor político

Los miércoles y jueves los tiene en el aire, según lo que dicten los guionistas de Polònia, el programa en el que lleva más de 18 años parodiando a políticos catalanes y estatales.

Antes de ser la voz de Puigdemont, Zapatero, Rajoy o el rey Felipe VI, Queco fue presentador de informativos.

Luego aceptó la llamada de Toni Soler y se tiró de cabeza al humor político.

Queco Novell disfrazado de Rajoy en Polònia X (@queconovell)

Ahora, en Polònia, da vida a Ernest Maragall… después de años imitando a su hermano Pasqual. “El azar ha querido que pasara de uno al otro. No me lo hubiera imaginado nunca”, confesaba.

Y aunque él no lo ve, todo el mundo le decía que la voz la tenía clavada. Incluso cuando hablaba en su vida cotidiana, le paraban para decírselo.

Sin amistades políticas: mejor parodiar a distancia

Conocerlos, sí. Pero amistad, ninguna. “No quiero tener la tentación de ser benevolente con ellos. Es mucho más difícil parodiar a alguien con quien tienes una relación cercana”.

Algunos se lo toman con humor, otros no tanto. Y aunque Polònia no es cruel, sí puede ser implacable: “A veces me he sorprendido de mi capacidad para desnudar a un personaje en tres réplicas”.

Barcelona, de ciudad vivida a parque temático

Más allá de la sátira, a Queco lo que le dolía ya entonces era su ciudad. “Odiamos ir al centro. Solo vamos si es estrictamente necesario”. Lo decía con pena, pero sin drama innecesario.

El turismo masivo ya había cambiado Barcelona para siempre, y ni el más brillante de los alcaldes parecía tener solución. “Nos hizo tanta ilusión que nos conocieran por el mundo con los Juegos Olímpicos, que olvidamos pensar en cómo controlar la llegada de turistas. Y cuando quisimos darnos cuenta, era demasiado tarde. Esto viene de hace 20 años”.

Siete años después, el diagnóstico de Novell resuena con más fuerza. En 2025, Barcelona ha sido designada como la ciudad turística más masificada del mundo, según un reciente estudio de Nomad eSIM.

La capital catalana supera en densidad de visitantes a Bangkok, París o Dubái, con más de 201.700 turistas por kilómetro cuadrado.

Además, por cada 100 residentes, hay 916 turistas: casi nueve de cada diez personas en la ciudad son visitantes.

Barcelona recibe más turistas anuales que países como Brasil o Australia juntos y acoge el 20% del turismo total de España.

La masificación se ha convertido en la tercera preocupación ciudadana, según el último Barómetro municipal.

El paseo de Las Ramblas (Barcelona), abarrotado de gente debido al crecimiento del turismo en la ciudad de Barcelona Expedia

Los efectos son palpables: saturación del transporte público, encarecimiento de los alquileres y barrios que se transforman en meros decorados para Instagram.

En este contexto, las palabras de Queco en 2018 cobran una vigencia alarmante.

Cuando el vecino es un visitante

Queco ha tenido alguna reacción de la que no está orgulloso. Como aquella vez que iba a trabajar por calle Pelayo y apartó a turistas de mala manera.

“Pensé: esto me lo hacían a mí en Londres hace 30 años y me parecían unos bordes. Pues ya soy uno de ellos”, admitía. Y lanzaba una propuesta entre la broma y la súplica: “A veces me entran ganas de pedir un carril solo para barceloneses”.

Ni Colau ni Trias: la política, con matices

No lo cree. “A veces me pregunto de dónde viene tanta animadversión contra Ada Colau. No le pondría un 10, pero tampoco un 2. Ha hecho cosas que no me gustan y otras que son normales. Ni mucho mejor ni mucho peor que Trias”.

Le reconocía algo: el paso del activismo al poder le ha pasado factura. “No puedes ser activista desde una alcaldía. Es una silla con muchas cuerdas”.

A veces, las verdades duelen más cuando se dicen entre risas. Queco Novell no se andaba con rodeos: amaba su ciudad, pero ya no se reconocía en ella.

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