Hablar de cefalea es hablar, en realidad, de un concepto paraguas. El término no designa una enfermedad, sino un síntoma: el dolor en la cabeza. Como explica el neurólogo del Instituto de Neurociencias Teknon, el doctor Javier Pareja Herrero, “no toda cefalea es migraña, aunque toda migraña es una cefalea primaria”. Esta clasificación permite distinguir entre los dolores de cabeza que aparecen sin causa aparente –los primarios– y los que son consecuencia de otra afección, llamados secundarios.
Las más comunes son la cefalea tensional y la migraña, aunque la primera suele recibir el nombre coloquial de dolor de cabeza corriente. En el otro extremo se encuentran cefaleas secundarias, como las que aparecen tras un golpe en la cabeza o una lesión cerebral. “No debemos olvidar que un dolor de cabeza repentino y violento puede ser el aviso de un problema mayor y merece siempre atención médica”, recalca el doctor Pareja.
La migraña, un dolor con nombre propio
A diferencia de la cefalea tensional, la migraña es un tipo específico de dolor que se presenta en crisis recurrentes, de intensidad variable, y que con frecuencia se concentra en un solo lado de la cabeza. A menudo llega acompañada de náuseas, vómitos y sensibilidad a la luz o al ruido, síntomas que pueden dejar a la persona completamente inhabilitada durante horas o incluso días.
“El dolor de la migraña tiene un carácter pulsátil, casi rítmico, como un tambor dentro del cráneo”, describe el especialista. En cambio, el dolor tensional es más bien opresivo, constante, como si una banda apretara la cabeza. Esa diferencia en la cualidad del dolor es clave para distinguir ambos cuadros clínicos.
Otros dolores de cabeza menos conocidos
No todos los dolores primarios se reducen a migraña o tensión. Existen formas menos frecuentes que, por su rareza, se confunden con las más habituales y retrasan el diagnóstico. Un ejemplo es la cefalea en racimos, que causa un dolor punzante e insoportable alrededor de un ojo, repitiéndose en brotes de varios episodios al día. “Estos pacientes pueden pasar años creyendo que sufren migrañas hasta que alguien reconoce el verdadero patrón de su dolor”, advierte el neurólogo del Instituto de Neurociencias Teknon.
La precisión en el diagnóstico no es un mero tecnicismo. Conocer el tipo exacto de cefalea que se padece abre la puerta a un tratamiento eficaz y a un plan de prevención adaptado a cada caso.
Prevención y tratamiento
Aunque no existe una fórmula mágica para evitar las cefaleas, adoptar un estilo de vida saludable ayuda a reducir tanto la frecuencia como la intensidad de los episodios. Dormir con regularidad, mantenerse hidratado, practicar ejercicio, llevar una dieta equilibrada y aprender a manejar el estrés son pilares esenciales.
En cuanto al tratamiento, los analgésicos y antiinflamatorios alivian tanto la migraña como la cefalea tensional. Sin embargo, en el caso de la migraña existen fármacos específicos como los triptanes, además de terapias preventivas que van desde la toxina botulínica hasta modernos anticuerpos monoclonales. “Hoy contamos con herramientas muy eficaces, pero la clave está en que el paciente consulte pronto y no normalice el dolor”, aconseja el neurólogo.
Señales de alarma
Es importante reconocer que no todo dolor de cabeza es benigno. Un inicio súbito e intenso, un cambio brusco en el patrón habitual, la aparición después de los 50 años o la asociación con síntomas neurológicos como visión borrosa, debilidad o fiebre, son signos que deben llevar a una consulta médica inmediata.
La migraña no es un simple dolor de cabeza y la cefalea no siempre es un mal pasajero. Diferenciar, prevenir y tratar adecuadamente estos trastornos marca la diferencia entre convivir con un enemigo invisible o recuperar el control de la vida cotidiana.
