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Las Brujas Flamenco Club se ha convertido en uno de los secretos mejor guardados del barrio Gòtic.

El local, ubicado en un almacén de piedra con más de 300 años de historia en la calle Mercè, propone un flamenco íntimo, autogestionado y con vocación cultural, como alternativa al turismo masivo que presiona la zona.

Una propuesta con raíces

El proyecto nace de una asociación de vecinos y está liderado por el guitarrista Jero Férec, inglés con alma andaluza que lleva tocando desde los 7 años.

Imagen de archivo @lasbrujasflamenco @lasbrujasflamenco

Su trayectoria entre Londres, Madrid y Barcelona se refleja en la pasión y el respeto con el que impulsa el espacio. “El flamenco nunca ha sido un arte de la élite, sino de personas al margen”, explica.

En la planta baja, el club acoge exposiciones de artistas locales, talleres de guitarra, cajón y tablao, además del Mercaíllo flamenco, un mercado que combina moda, joyería, ropa de segunda mano y actuaciones en vivo.

El duende bajo tierra

La experiencia principal ocurre en el sótano, inspirado en las cuevas del Sacromonte de Granada. Es un espacio íntimo, con aforo para 25 personas, donde cada viernes y sábado el público vive el flamenco sin microfonía, a escasos centímetros de los artistas.

Imagen de archivo de @lasbrujasflamenco @lasbrujasflamenco

La entrada cuesta 20 euros e incluye una introducción histórica del género en Barcelona.

Para Férec, el duende se transmite en la conexión entre artistas y asistentes: “En el flamenco no hace falta entender las letras, sino el sentimiento, y eso tiene un valor espiritual”.

Incluso hay una explicación previa sobre las palmas, un instrumento esencial del género, para evitar que el entusiasmo del público rompa los códigos de respeto de la tradición.