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Entre los pliegues verdes de la montaña de Collserola, lejos del bullicio del centro de Barcelona, se esconde un edificio que parece escapado de una leyenda.

Su torre apunta al cielo como si vigilara la ciudad desde otro tiempo, y su silueta de piedra recuerda a los castillos medievales. Sin embargo, no es una fortaleza ni un decorado, sino una de las obras más personales y menos visitadas de Antoni Gaudí: la Torre Bellesguard.

Edición anterior de ‘The Wedding Market’ en la Torre Bellesguard de Barcelona Cedida a Metrópoli

Diseñada entre 1900 y 1909, esta construcción modernista se alza en el barrio de Sant Gervasi-La Bonanova, donde los árboles y el silencio parecen custodiarla. A pesar de su belleza y su enorme valor histórico, sigue siendo una joya oculta, admirada por quienes se aventuran a descubrirla, pero desconocida para muchos barceloneses.

Gaudí entre la historia y la leyenda

La historia de Bellesguard está ligada al pasado de Cataluña y de la Corona de Aragón. En este mismo lugar se levantaba el antiguo palacio del rey Martí I el Humano, último soberano de la dinastía, que residió allí a comienzos del siglo XV.

Cuando la familia Figueras adquirió el terreno siglos después, pidió a Gaudí que transformara las ruinas en una residencia de verano con espíritu de fortaleza.

La Torre Bellesguard | METRÓPOLI ABIERTA

El arquitecto aceptó el reto y combinó piedra, ladrillo y cerámica en un diseño que fusionaba el rigor geométrico del gótico con la imaginación orgánica del modernismo catalán.

Así nació un edificio que parece mirar al pasado y al futuro al mismo tiempo: una mezcla de castillo y templo, de estructura racional y simbolismo espiritual.

Una fortaleza con alma modernista

La Torre Bellesguard, también conocida como Casa Figueras, muestra el genio de Gaudí en cada detalle. Las líneas verticales recuerdan a una catedral, mientras que los mosaicos de colores y las curvas suaves evocan la naturaleza, su fuente de inspiración constante. En lo alto, una cruz de cuatro brazos corona la torre, como si marcara el punto exacto donde la historia se encuentra con la imaginación.

Tras la muerte de la propietaria, María Sagués i Molins, el proyecto quedó inconcluso y fue terminado por Domènec Sugrañes, uno de los colaboradores más fieles del arquitecto. Él añadió elementos como los bancos de azulejos de la entrada, los arrimaderos decorados y la casa del portero, completando una obra que respira coherencia y poesía.

Un entorno cargado de historia

El recinto de Bellesguard conserva parte de la muralla medieval original y un pequeño viaducto de diez columnas inclinadas que se esconde bajo la calle del mismo nombre.

En los jardines crecen palmeras, laureles y cedros, especies traídas de distintas partes del mundo que refuerzan esa sensación de aislamiento mágico.

Recientemente, el Ayuntamiento de Barcelona ha anunciado un proyecto para rehabilitar los accesos y el entorno del monumento, con un presupuesto de 29.000 euros financiados por la tasa turística.

Las obras —centradas en renovar el pavimento, mejorar la seguridad y adaptar la accesibilidad— no afectarán al edificio principal, restaurado en 2006 por el Institut Municipal del Paisatge Urbà. El objetivo: dignificar el conjunto antes del Año Gaudí 2026, cuando se conmemorará el centenario de la muerte del arquitecto.

La belleza escondida de Bellesguard

Pese a su valor artístico y su declaración como Bien Cultural de Interés Nacional, la Torre Bellesguard sigue siendo una de las obras menos visitadas de Gaudí. Tal vez porque no se encuentra en las rutas más turísticas o porque su aspecto sobrio contrasta con la exuberancia del Park Güell o la Sagrada Família. Pero precisamente ahí reside su encanto: en la serenidad y el misterio de un edificio que guarda secretos entre sus muros.

Torre Bellesguard de Gaudí en Barcelona / CANAAN

Caminar por sus terrazas o asomarse a sus ventanales ofrece una vista única de Barcelona, una panorámica que inspiró su nombre: Bellesguard, “bella vista”. Desde allí, la ciudad parece un mosaico, y las montañas y el mar se funden en un horizonte tranquilo.

Visitas y experiencias

La Torre Bellesguard abre de martes a domingo, de 10:00 a 15:00 horas, y ofrece distintas formas de visita: guiada (20 euros), con audioguía (12 euros) o adaptada para grupos escolares. Los niños menores de ocho años entran gratis. Se puede llegar fácilmente en transporte público, con la línea FGC L7 o los autobuses 13, 123, 196 y V15, y también en taxi, a apenas 15 minutos del centro de Barcelona.

Más allá de su arquitectura, Bellesguard guarda siglos de memoria: restos romanos, leyendas de bandoleros y la sombra de un rey que soñó con unificar sus reinos desde este mismo lugar.

Hoy, ese pasado dialoga con la piedra, el sol y la imaginación de Gaudí. Una visita a Bellesguard no es solo un recorrido arquitectónico, sino un viaje a la parte más íntima y misteriosa del modernismo.