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En la zona alta de Barcelona acoge a una de las grandes promesas culinarias. El chef Jordi Cruz no solo brilla en la cocina, sino también en su hogar: un impresionante chalet moderno donde convive con su mujer, la arquitecta brasileña Rebecca Lima, y su hijo pequeño.

En su vivienda de dos plantas, Cruz ha hecho realidad un sueño: disponer de dos cocinas. Una cocina principal, pensada para el día a día, tiene un diseño austero, con muebles oscuros que contrastan con encimeras de acero inoxidable, dispuestas en doble frente para optimizar el flujo de trabajo. 

Por otro lado, la segunda cocina se siente más como un b profesional: funcional, pulida y preparada para grabar. Cuenta con una isla central amplia, ideal para cocinar, crear o construir contenido para redes.

El jurado de Masterchef ha sabido conjugar su pasión por la gastronomía con la intimidad y comodidad del hogar. 

Minimalismo con alma

El interior del chalet rezuma una estética minimalista y serena. En el salón imperan líneas rectas, tonos neutros y materiales naturales: suelos de madera, sofás beige y blancos, y una mesa de cristal ligera.

Una barandilla de cristal en la escalera abre el espacio, mientras que la chimenea de leña insertable aporta calidez sin sacrificar elegancia. 

Los detalles decorativos se mantienen en una paleta sobria: blancos, tierras y algunos toques en negro que aportan sofisticación.

Jordi Cruz en Fòrum 2016

La abundancia de luz natural, gracias a grandes ventanales, conecta además con un jardín exterior que funciona como un respiro verde en medio de la ciudad. 

Un refugio familiar muy pensado

En la planta privada, la habitación de su hijo resulta especialmente acogedora: tonos beige, madera clara y muebles de líneas suaves que proyectan tranquilidad y crecimiento.

El dormitorio principal, por su parte, mantiene la sobriedad: un cabecero de madera, jarrones blancos y algún contraste en negro, creando un equilibrio elegante y relajante. 

Terraza con vistas de infarto

Pero si hay un escenario de película en esta casa, es la terraza. Desde ahí se disfruta de una panorámica privilegiada de Barcelona, contemplada desde un oasis íntimo.

Por último, una mesa rectangular con mantel blanco, sillas modernas y plantas cuidadosamente escogidas dan forma a un ambiente listo para cenas bajo las estrellas.

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