La Sagrada Familia, la atracción más visitada de la ciudad, pasa por horas bajas. La enorme afluencia de turistas se mezcla con el descuido --o la impotencia-- de los servicios de limpieza y el desastre que provocan quienes acuden a la zona a hacer negocio con sus tiendas navideñas.
Una buena parte de las paradas de Santa Llúcia, que empezaron a montarse el 10 de noviembre, aún permanecen semiabandonadas y rodeadas de suciedad el 30 de diciembre. Como la enorme churrería que trata de competir en altura con la basílica, que ocupa todo el chaflán de Sicília y Provença y que ha estado perfumando a los vecinos casi dos meses.
El servicio de jardinería del Ayuntamiento tala el enorme árbol que la tormenta ha tumbado en Sagrada Família
Las lluvias de los últimos días, que provocaron que una parte de los paradistas dejaran cerradas sus tiendas, dieron la puntilla a una feria que ha crecido en volumen y duración muy por encima de lo razonable.
Ya no se trata de ofrecer artículos de decoración navideños durante siete semanas, sino que la exposición va trufada de todo tipo de productos de alimentación supuestamente artesanales dirigidos a los turistas. Venden los mismos quesos y embutidos que los supermercados del barrio y los pocos colmados que sobreviven.
Árbol caído en el centro del parque de la plaza Sagrada Família
El cúmulo de actividad que se produce al aire libre durante tantos días en la zona se lo pone muy difícil a los servicios de limpieza municipales, incapaces de mantener la apariencia que debería tener el lugar.
Las obras y las vallas de la zona del portal de la Pasión acaban de dibujar el escenario lamentable que estos días se encuentran los numerosos visitantes de la Sagrada Familia.
Casetas de la feria de Navidad sin desmontar a 29 de diciembre. Al fondo, la macrochurrería
El temporal de Levante que ha pasado por Barcelona ha añadido más sensación de dejadez: ha derribado algunos de los grandes árboles de la plaza. No solo han provocado situaciones de peligro, sino que impedían el paso de los transeúntes. Alguno se había desplomado el sábado y este martes aún esperaba a los servicios de jardinería.
