Pau Guardans ha recibido un duro golpe esta semana. Este miércoles, Las Kellys anunciaron que habían derrotado al empresario en los tribunales. El sindicato de camareras de piso y Guardans habían ido a juicio por el despido de una de las limpiadoras del Grand Hotel Central tras sindicarse.
La mujer llevaba más de 10 años trabajando en el hotel, y fue despedida tras afiliarse a Las Kellys para luchar contra las intenciones de la empresa de externalizar el servicio de limpieza. El despido se efectuó tan sólo 8 días después de que la camarera de piso se afiliara al sindicato. Ahora, el juzgado social número 17 de Barcelona ha fallado a favor de la trabajadora, al considerar que la empresa “vulneró el derecho fundamental de la libertad sindical”.
Todo un mazazo para Guardans, quien además es el presidente del lobby Barcelona Global. La asociación, antes presidida por Gonzalo Rodés, presume de unos valores en su página web que poco o nada tienen que ver con las prácticas empresariales por las que ha sido condenado Guardans. Aseguran, por ejemplo, que "las ciudades progresan gracias al compromiso de la sociedad civil y empresas con el desarrollo sostenible".
Barcelona Global se muestra como una asocación moderna, que lucha por hacer de la capital catalana una "ciudad cosmopolita, inclusiva, tolerante, próspera y responsable". Toda una serie de valores que chocan frontalmente con negar un derecho fundamental protegido por la Constitución como la libertad sindical, un derecho básico de todo trabajador que Guardans pisoteó como accionista mayoritario de Único Hotels.
Según la web de Barcelona Global, el presidente de la institución es "elegido en asamblea bajo propuesta del Consejo de Supervisión y cambia cada dos años". Guardans, nieto del político Francesc Cambó --que apoyó el golpe de estado de Francisco Franco--, fue elegido presidente de Barcelona Global en julio de 2018. El próximo mes termina su mandato con la reputación por los suelo. ¿Repetirá en el cargo?