La última ciudad que albergó la Copa América, Auckland (Nueva Zelanda), perdió dinero. La celebración del evento generó un boquete de 156 millones de dólares en el país oceánico. Es decir, por cada euro invertido, perdió 28 céntimos: la inversión pública fue mucho mayor que el retorno económico. El estudio es de la propia región de Nueva Zelanda donde se llevó a cabo la competición.
Durante las regatas, la localidad solamente recibió la visita de 38.000 personas, que gastaron apenas 300 millones de dólares. El gasto por visitante fue de casi 8.000 euros, pero no fue suficiente para compensar la poca afluencia de turistas internacionales. Donde sí tuvo una gran incidencia fue en televisión: la audiencia global fue de 950 millones de personas.
Baile de cifras
Antes de la celebración de la Copa América, un primer estudio había señalado que se generaría un impacto económico de hasta 1.000 millones de dólares, y entre 4.700 y 8.300 puestos de trabajo. Los informes preveían la llegada de 200.000 personas nacionales e internacionales y 150 yates. Finalmente, sólo fueron 35.000 personas y 25 yates, que generaron un impacto de apenas 300 millones.
En Barcelona, un informe de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) asegura que el impacto económico será de 1.115 millones de euros y la competición atraerá a 2,5 millones de turistas. Las cifra de visitantes genera runrún en la sociedad barcelonesa: diversos miembros de entidades públicas no dudan en definirlas como "desproporcionadas". En el recuerdo también permanece el caso del Fòrum, en 2004, que recibió a poco más de 3 millones de personas, frente a los 5 millones que se habían previsto inicialmente.
El fantasma de Auckland recorre Barcelona
Este medio ya alertó de la poca demanda que había hasta el momento para alquilar veleros que permitan ver la competición desde el agua. A pocos meses del comienzo de las regatas, un fantasma recorre el mar de Barcelona: es el de Auckland y sus millonarias pérdidas económicas.
Cabe recordar que los gastos del Ayuntamiento de Auckland previos a la competición fueron en la misma línea que los de Barcelona: renovaron por completo la infraestructura del litoral y generaron nuevos espacios públicos.
Valencia, tocada y hundida por la Copa América
Un ejemplo más cercano es el de Valencia, que albergó la Copa América en 2007. La competición dejó una deuda de 400 millones de euros en las arcas públicas de Generalitat, Gobierno y Ayuntamiento, pues las inversiones en instalaciones e infraestructuras nunca generaron los retornos que se esperaban.