Caixaforum ha ofrecido la posibilidad de entender la sabiduría prehispánica con la conferencia 'Arqueoastronomía: del cielo a la tierra' presentada por Natàlia Moragas, arquéologa e investigadora de la Universidad de Barcelona. La conferencia, organizada por Caixaforum y Casa América Catalunya, se ha centrado en las antiguas sociedades americanas, como éstas percibían los fenómenos celestes y como se basaban en ellas para construir proyectos arquitectónicos que hoy se encuentran entre las siete maravillas del mundo.
“Pensamos que aquellos (los prehispánicos) tienen un conocímiento espiritual y místico por saber predecir el tiempo, pero era sentido común. Sentido común como el que tenemos en el mundo occidental”. Bajo la premisa y el aviso, de que ‘nosotros’ lo vemos todo desde una panorámica occidental, ha pedido espíritu crítico y escepticismo ante las culturas prehispánicas, los horóscopos y la astrología.
Teotihuacán, el tema más estudiado por Natàlia Moragas, ha sido el ejemplo estrella durante toda la presentación. A propósito de cómo se crearon estructuras como Chichen Itzá o Teotihuacán, la profesora señala que no se puede dar una razón concreta, y que probablemente su función cambiase a lo largo del tiempo: “probablemente formasen parte en el urbanismo de una ciudad, para situar su eje, también puede estar vinculado al ciclo de las cosechas”.
Remarca que los mesoamericanos y sus edificios tenían una gran vinculación con la naturaleza. En el caso de Teotihuacán, la pirámide de sol recuerda a la forma de las montañas que hay detrás. La pirámide de la luna, sin embargo, enmarca el cerrogordo, un volcán extinguido, y marca el eje de la ‘calzada de los muertos’. “ Es fácil identificar los factores arqueastronómicos, es difícil el saber porqué. El ejercicio es definir qué astros son significativos” apunta Moragas.
Los prehispánicos también observaban el tiempo. Lo hacían a través de las construcciones en vez de la tecnología. Existen construcciones, como la de El Caracol en Chichen Itzá, a las que no se les ha encontrado otro uso más allá de un marcador del paso del sol durante el año. Una estructura redonda con sólo una entrada de sol que marca las estaciones del año. Las pirámides también se utilizaban como observatorios astronómicos, y junto con las montañas y el agua “formaban el ciclo de la fertilidad”.
Las cuevas de Teotihuacán, México, fueron las grandes protagonistas de la presentación. Las tres cuevas, dos de ellas descubiertas en los 90' por Natàlia Moragas, fueron, según la profesora, observadores astronómicos. A cinco metros bajo tierra se podía ver el cielo nocturno a la perfección. Las lajas encontradas dentro de la cueva también suscitan curiosidad: se cree que fueron utilizadas para medir el paso de las estaciones. En una de las cuevas, el sol luce directamente sobre la laja el día de San Juan, una de las estaciones más importantes del año para esta civilización. También se ven representados los eclipses en construcciones como serpientes que se comen el sol.
La relación de los astros con los monumentos aún hoy en día marcan las festividades: En Chichen Itzá, cuando el sol refleja la serpiente bajando por las escaleras en su punto más claro, la gente aún se reúne par celebrarlo. “No reflejan de manera propia lo que realmente fue el pensamiento mesoamericano. Son movimientos new wave”, señala la profesora Moragas, “existe una necesidad en la edad moderna de “reinventar modelos religiosos acorde con las necesidades del mundo moderno”.