De paseo, por delante de una heladería; de noche, en un bar de copas; vistazo de un menú en la pizarra de un restaurante para comer al mediodía… y ahí están. Los letreros comerciales han evolucionado con gracia. Prueba de ello son los que crea Cristian Curto, artista plástico recién aterrizado en Barcelona desde Buenos Aires.
Curto tiene la suerte de vivir haciendo lo que le gusta: pinta superficies de placeres para el paladar y pizarras para comercios. Ya ha expuesto dos trabajos suyos en Barcelona como si fueran obras de arte y aunque no se reconocen como tal, estilo y delicadeza no les falta. En realidad, sus dibujos sobre pizarras cumplen una funcionalidad: informar a los clientes que entran a un bar, un restaurante o una cafetería sobre la carta de platos, cafés o cócteles que se les ofrece.
Natural de Rosario, Curto diseña la tipografía de los mensajes igual que dibuja motivos acordes al local donde luego cuelga sus pizarras. También dibuja los menús, desayunos y todo lo que se ofrece directamente en las paredes de pizarra que se han puesto de moda.
Sus trabajos ya lucen (e informan) en la cafetería Camelia Art Café, un rincón de cafés situado al lado de la Sagrada Familia; y en la tienda de artesanías y sabores del mundo, Manjares, en el barrio de Gràcia.
DE LA ACUARELA A LA PIZARRA
Primero, Cristian realiza el diseño a mano alzada sobre papel o en acuarela. “Visito el lugar, me fijo en los detalles del local, su estilo, tomo idea de lo que encajaría y dibujo el encargo. A veces, también lo paso a formato digital para enseñar a los dueños cómo quedaría el resultado pero normalmente, me dejan muy libre”.
Curto asegura que las frases hechas, los mensajes de ánimo y ‘buena vibra’ están de moda.
A diferencia de Buenos Aires, “en Barcelona, veo arte por todos los rincones. Me parece muy bello que se aprovechen los detalles de la calle para dibujar”.
A partir de ahora, los letreros no sólo informan, sino que detrás, como Cristian, hay personas que dedican toda su creatividad y tiempo a embellecer los espacios donde cuelgan y sí, lo consiguen. El arte también abre el apetito.