La cuenca del mediterráneo sufrió la filoxera en el siglo XIX y algunos campesinos que se dedicaban al vino, marcharon a la Argentina con cepas originales que cultivaron en el valle de Uco, en la provincia de Mendoza. Malbec es la joya de la corona del mundo vinícola de Argentina pero también crecen viñas de cabernet sauvignon procedentes de Francia.

Ya ubicados en el contexto, Barcelona se presta a ser la puerta de entrada de vinos argentinos: algunos más distinguidos que otros, pero todos, procedentes de viñedos argentinos.

Durante la Semana Argentina de Barcelona, más de una decena de productores, bodegueros y distribuidores del sector vitivinicultor.

Hablar del vino blanco argentino es hablar de Torrontés, de tinto, el Malbec; y otras variedades jóvenes o de reserva, ya son otras ligas. Todos presentes en una velada organizada por el Consulado de Argentina de Barcelona en la terraza del Cotton House.

El mejor maridaje, un Malbec con un chuletón de carne supremo, asegura Matías Najum, de Pago Lobo, servidor de un tinto con notas de frutos rojos, violáceo y recuerdo de rubí. Una marca que puede encontrarse en la Vilaviniteca de Sarrià. De Mendoza a las alturas, donde la producción aminora debido a la temperatura extrema pero su calidad es sobresaliente. Se trata de un vino cultivado a 1500 metros de altitud que da clásicos como Benegas o El Porvenir, “donde no nace ni una uva”, dice Karin Lundberg, de Divinos&Divinas, cuyos vinos solo se encuentran en lugares como el Gran Hotel La Florida o en las cocinas de Berasategui. Su última apuesta la gorjean Los perdices. Siguiendo en climas extremados, llega a Barcelona la Bodega Malma dispuesta a traerse el Fin del Mundo desde la Patagonia argentina y con ella, Postales del fin del mundo, vinos de autor y varietal: cabernet y malbec.

Otros viñedos de clima extremo, son los que siembra Andes wine, mezclados desde su cultivo (no durante la elaboración). Esta bodega tiene una edición 1853, en homenaje al año de introducción de las cepas europeas al país latinoamericano durante la plaga de la filoxera de la vid. Andes wine presume de comercializar el trabajo de Marcelo Pelleriti, prestigioso enólogo que realizó el vino Chateau La Violette 2010, el cual fue calificado con 100 puntos Parker.

Muestra de vinos del valle de Uco en Barcelona / H.F.



 

En otra liga, el mismo encuentro acoge a los vinos jóvenes argentinos. Entre ellos, la Bodega Norton ha traído consigo el Porteño vestido de auténtica etiqueta con el fileteado porteño y algún dulce de colección. Equilibrados, “fáciles de tomar”, asegura  su comercial, Diego Martins.

Otros jóvenes como el Moncagua o la colección Petit Regalim con ‘un toque mediterráneo’, presente en la pizarra de la bodega La Tavernícola de Poblenou.

Pisando firme siguen abriéndose camino Los Helachos, que acumulan cinco premios  por ser un tinto que acumula 12 meses de barrica y un añoras embotellado. Además se puede adquirir en Manjares del mundo o en Delicatessen, carnicería con sello argentino de calidad. Una tienda que introduce carnes de Nebraska, mollejas, chinchines y chuletones de primera categoría en la capital catalana. Además presta su servicio para cocinar barbacoas a la carta con reservas.



Muestra de vinos argentinos en Barcelona / H.F. 

De las producciones más limitadas pero elaboradas con los Cinco Sentidos, Lalo Raganato se enorgullece de ser productor y distribuidor de su trabajo reserva, gran reserva y reserva especial, cuyo resultado puede catarse en Migracia o en el restaurante Patagonia beef&wine.

Y un pequeño gran trabajo es el de los vinos orgánicos que ganan espacio en la mesa del siglo XXI. Un vino que requiere el empeño meticuloso por el que se ha empeñado Finca Las Nubes.

Quizá, las nubes ha sido el destino de algunos invitados a la velada: enólogos, amigos del vino, viticultores, etc. Lo que sí le consta a Barcelona es que el vino argentino tiene habilidades para competir y cada vez está más al alcance de los barcelonés. Con gusto, hasta la próxima edición.

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