Sergio Porrati y Fernanda Bacigaluppi son argentinos, tienen 56 años y viven en Castelldefels (Barcelona). Son marido y mujer, y comparten su pasión por el fútbol. El problema, que no es menor, es que él es fanático de Boca Juniors (1905) y ella, de River Plate (1901). No son dos hinchas comunes, ni mucho menos, y este sábado sus equipos se enfrentan en el partido de los partidos. En la segunda y decisiva entrega de la final de la Copa Libertadores (en el campo de Boca empataron 2-2). En el otro gran clásico del fútbol mundial.
Sergio no es un aficionado cualquiera de Boca. Es el presidente de la Peña Pasión Xeneize, la única peña oficial del equipo más popular de Buenos Aires en Europa. Es un enfermo del fútbol, aunque Fernanda asegura que “es una persona muy racional”.
“Boca es pura pasión. Es mucho más que un equipo de fútbol, es la conjunción del sentimiento de millones de hinchas que, sin importar su condición social o su credo, se hermanan con los colores azul y amarillo”, destaca Sergio, convencido de que su equipo ganará en el Monumental de Buenos Aires “porque los hinchas de Boca somos optimistas, no como otros”.
BISNIETA DEL PRESIDENTE DE RIVER
A Fernanda, mientras, su devoción por River le viene de familia. Su bisabuelo, José Bacigaluppi, de origen genovés, fue el presidente del club rico de Buenos Aires en los años 20, tras la escisión que se produjo en el club del barrio de La Boca. “Mi bisabuelo logró fondos para montar un club en una de las zonas más caras (de ahí el sobrenombre de “los millonarios”) de la capital. Por eso, mi pasión por River ya estaba en la sangre cuando nací”, recalca.
En su vivienda se viven escenas divertidas. Simpáticas. Ambos tienen camisetas y bufandas de sus equipos. “Pero yo no toco nunca la de River”, dice Sergio. “Pero lo que él no sabe es que a veces pongo mi camiseta entre sus banderas para que se impregnen de nuestros colores”, responde Fernanda, quien siendo una cría acudía al campo de River con su tío y sus 13 primos.
ESTUVO EN LA BOMBONERA HACE DOS SEMANAS
El sábado, Sergio y Fernanda verán el partido en un local de Barcelona con varios amigos. Todos, menos ella, serán de Boca. “Mejor, así disfrutaré más”, dice ella. “Si ganamos, será la gloria eterna. Si perdemos, mucha tristeza y desazón, pero nosotros nunca dejaremos de aplaudir a los nuestros, ya sea en la victoria o en la derrota”, recalca Sergio, que presenció en directo el partido de ida en la Bombonera.
Sergio y Fernanda se preparan para un fin de semana distinto. El sábado será un día de muchos nervios, pero el domingo todo volverá a la normalidad. Desde hace 15 años viven en Barcelona, pero se conocieron en Buenos Aires. Obviamente, el primer encuentro no fue en un campo de fútbol. Y, obviamente, el primer día que Sergio visitó a la familia de su esposa tampoco fue un día cualquiera. “Le vieron algo raro”, recuerda Fernanda. Sergio, muy prudente, sonríe, convencido de que la noche del sábado será inolvidable.