Los vecinos del Raval no pueden más. Por eso han decidido ocupar el último narcopiso que desmanteló la Guàrdia Urbana el pasado jueves en el número 9 de la calle de Vistalegre. Los vecinos se han organizado para hacer guardia delante del edificio para que no vuelvan a habilitarlo para vender y consumir droga. Y proponen, con discrepancias internas, que pase a tener un uso social y vecinal.
Ahora, con el apoyo de algunos vecinos y de Acción Raval, una vecina está custodiando el inmueble, aunque asegura haber recibido presiones, amenazas e incluso agresiones. El domingo pasado se presentó un hombre que decía ser el administrador del inmueble reclamando documentos del piso. Más tarde, otras dos personas trataron de entrar a la fuerza y uno de ellos amenazó de muerte a los vecinos que se encontraban dentro.
UN NUEVO DEBATE
Ahora el debate gira por otro lado. Con el consentimiento de los Mossos d'Esquadra los vecinos están reformando el local. El objetivo es que se convierta en un punto de reunión vecinal con distintas actividades para fomentar la cohesión social, que empezarían el próximo martes.
Pero algunos vecinos de la calle de Roig, Picalquers y Robadors, también afectados por los narcopisos, se han desvinculado de la iniciativa porque no comparten el modus operandi de la ocupación y consideran que en este caso la única solución es tapiar el local para asegurarse que no volverán a entrar narcotraficantes.
Desde el pasado verano el tema de los narcopisos está en el punto de mira mediático. Aún ahora, a punto de terminar el año, los vecinos denuncian que la situación sigue siendo insostenible.