La fachada del antiguo Pitarra convertido ya en un pub irlandés / HUGO FERNÁNDEZ

La fachada del antiguo Pitarra convertido ya en un pub irlandés / HUGO FERNÁNDEZ

Ciutat vella

El restaurante Pitarra ya es un pub irlandés

El centenario establecimiento, 'bressol' del teatro catalán, no se ha podido salvar y ahora enfoca su oferta al turismo

5 mayo, 2018 17:51

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El restaurante Pitarra ya es historia. El popular establecimiento de la calle de Avinyó de Barcelona ya ha cerrado y el local ha reabierto convertido en un pub irlandés. El viejo cartel del Pitarra ha desaparecido y en la fachada ya cuelga el nuevo rótulo: Scruffy Murphy's. Los platos de cocina tradicional catalana han dado paso a cervezas guiness y hamburguesas, y ahora son turistas y noctámbulos losque ocupan las mesas y la barra del local, adaptadas a los nuevos usos. El local se encuentra en la que fue la casa del dramaturgo y poeta, Frederic Soler, conocido como Serafí Pitarra, en el distrito de Ciutat Vella.

El Pitarra abrió como restaurante en 1890 con el nombre de Can Cisco. A lo largo de sus más de 100 años de historia cambió en diversas ocasiones de dueño. En 1987 se hicieron cargo los hermanos Roig, que decoraron el espacio con buena parte del material que fueron recuperando de Pitarra. La joya del restaurante era el altillo, la rebotiga donde Soler escribía y organizaba sus famosas tertulias, y en el que se podía ver la colección de relojes de Pitarra, retratos, documentos, ediciones originales de sus textos...

Por ahora, la rebotiga no se ha tocado y la intención de los nuevos propietarios, que disponen de otros establecimientos similares en la ciudad, es mantener inalterable el espacio y guardar en él elementos relacionados con el dramaturgo catalán. Fuentes municipales subrayan que el permiso del Ayuntamiento era para obras menores y no podían tirar ninguna pared para ampliar el local. El pub irlandés ha reabierto a principios de mayo tras tres semanas de reformas. 

'BRESSOL DEL TEATRE CATALÀ'

Antes de que fuera la casa de Pitarra, Avinyó 56, donde se encuentra ahora el pub, fue la relojería del abuelo de Pitarra, Carles Hubert, profesión que el autor y poeta también ejerció. Pitarra convirtió la tienda también en su domicilio. En la rebotiga estaba también el escudo de Barcelona, con un gato negro superpuesto, que fue el emblema de la tienda. En él se puede leer: Rebotiga d'en Pitarra, bressol del teatre català.

El Pitarra, unos días antes de que cerrara y reabriera como un pub irlandés / HUGO FERNÁNDEZ

El Pitarra, unos días antes de que cerrara y reabriera como un pub irlandés / HUGO FERNÁNDEZ



Frederic Soler trabajó como relojero desde los 14 años, aunque su gran pasión era la literatura. Su primera obra, Per un casament, data de 1856. Pero no fue hasta su segundo libro, Don Jaume el Conquistador, cuando empezó a utilizar el pseudónimo de Serafí Pitarra. Como empresario, abrió el teatro Romea a los textos en catalán. En el altillo donde escribía, el autor organizaba también charlas y terlulias literarias por las que pasaron, entre otros muchos, Valentí Almirall, Anselm Clavé, Damas Calvet, Josep Planella o Victor Balaguer.

EL ARCHIVO, AL ATENEU

El archivo histórico de Pitarra no se perderá. Lo recibirá el Ateneu Barcelonès, una asociación que desde hace más de 150 años acompaña a la sociedad y a la cultura de la ciudad con la voluntad de convertirse en uno de los principales epicentros de debate intelectual. Según el Ateneu, el archivo está formado "por primeras ediciones, manuscritos, cartas y dibujos de Soler". Con esta acción, se "salva un patrimonio valioso de unos de los padres del teatro catalán". El Ateneu, cuya sede se encuentra en la calle Canuda, también en Ciutat Vella, restaurará y digitalizará todos los materiales y los pondrá a disposición de toda la ciudadanía.

Pese a ser un restaurante centenario, el Pitarra no estaba protegido y no figuraba --aunque pueda parecer extraño-- en la lista de locales emblematicos de la ciudad que se hizo en 2014, bajo el mandato de Xavier Trias, para intentar protegerlos, por ejemplo de operaciones especulativas. El Ayuntamiento estaba estudiando llevar a cabo una catalogación exprés y ERC propuso declarar al Pitarra Bien Cultural de Interés Nacional. Las iniciativas políticas han llegado demasiado tarde y el restaurante ha pasado a englobar la ya larga lista de locales centenarios de la ciudad que han desaparecido.