Un día cualquier en la estación de metro de la plaza Universitat. Un padre acompañado de su hija menor de edad se dispone a sacar una tarjeta de metro. Introduce un billete en la máquina y esta le devuelve el cambio. Cuando se dispone a recogerlo, una mano golpea la suya, se mete en el cajetín y extrae el dinero. Instintivamente, el padre protege a su hija mientras contempla como un hombre le quita el dinero y sale corriendo de allí sin que no puede hacer nada.

El vestíbulo de la estación está lleno de turistas, pero casi nadie se da cuenta de la acción. Ha sido tan rápida que a la persona agredida no le da ni tiempo a reaccionar, además de que en ese momento su mayor preocupación es proteger a su hija.

La escena la relata Carlos, un vecino del Raval al que le ha tocado vivir o ver en directo este tipo de pequeños robos que se dan a diario en las zonas más turísticas de la ciudad. “Y, lamentablemente, no puedes hacer nada. La verdad es que me sorprendió. Yo note un golpe en la mano, aquel hombre metió la suya y se llevó todas las monedas con una facilidad asombrosa”, reconoce el agredido. “Suerte que soy un tipo fuerte y el golpe que me dio en el brazo no me hizo mucho daño, pero si eso se lo hace un niño o a una persona mayor, seguro que le hace daño”, afirma.

DENUNCIA

Tras recuperarse del susto inicial, fue a poner una denuncia ante los miembros de seguridad del Metro. “Les dije lo que acababa de ocurrir y les describí al hombre que nos había robado, un tipo delgado, de unos 35 años, pelo negro y de aspecto magrebí”.

Sin embargo, su sorpresa fue mayúscula cuando, al día siguiente, entró de nuevo en el Metro... y vio al mismo tipo al acecho cerca de la máquina de expedición de billetes y tarjetas de transporte público. “Fui de inmediato a hablar con los de seguridad y le señalé al hombre que me había robado el día anterior. Fueron hacía él y yo me fui a coger el Metro. Ya no le he vuelto a ver más en la estación”.

No hizo lo mismo en la policía. “No, claro que no. Me robó diez euros, y por eso nadie mueve ni un dedo. Pierdo más si voy a poner la denuncia que lo que puedo recuperar. Además, sabemos que los juzgados están saturados”.

A DIARIO

Carlos está acostumbrado a vivir este tipo de situaciones. “Vivo en el Raval y estas cosas suceden a diario. Si no es a mi, es a alguien conocido, en algún bar, a algún turista. Y ves como actúan, ves tirones, robos, carteristas. Siempre ha habido, pero en los últimos tiempos el asunto se ha desmadrado. Solo tienes que darte una vuelta por la Rambla. Te paras a observar y no tardas mucho en ver como a alguien le roban o le pegan un tirón. Eso hablando de delitos menores, pero si nos ponemos a hablar de cosas más importantes, el problema es mucho más grave”.

La falta de seguridad que se vive en el distrito de Ciutat Vella, reconocida, por fin, por los propios responsables del distrito, ha despertado todas las alarmas y los vecinos exigen una mayor presencia policial en las calles y una actuación más contundente contra los delitos flagrantes que se ven a diario en las calles.

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