Las estabilidad de muchas personas que sobreviven con estrecheces en el barrio del Raval pende de un hilo, amenazadas por los desahucios. Pisos de renta antigua que han cambiado de propietario, viviendas ocupadas por la necesidad de las familias de vivir bajo techo, casas que han pasado de estar abandonas y de tener un aspecto lamentable a ser convertidas en hogares por sus habitantes. Y, pese a ello, no hay tregua, los desahucios siguen adelante. 

Éste es el caso de un edificio que se encuentra en la calle Hospital, en el barrio del Raval. Hotel en el pasado, el edificio fue abandonado por sus propietarios, de origen ruso, al parecer por deudas. Y, tras varios años de abandono, un grupo de familias optaron por ocuparlo para establecer en él sus viviendas. Más tarde, llegó la subasta del edificio y el Ayuntamiento no optó a comprarlo, por lo que pasó a manos privadas, estando en la actualidad en poder del fondo buitre Blackstone, el mayor de España.

Tras un corto periodo judicial, los vecinos que viven en el edificio han recibido una fría comunicación según la cual en las próximas semanas, salvo paralización judicial, serán desahuciados por expreso deseo del fondo buitre.

SIN ASCENSOR

El edificio, de seis plantas, tiene un ascensor que no funciona y una escalera estrecha y empinada por la que debe resultar agotadora para las personas que tienen que subirla con niños o con la compra. Pese a ello, las familias con menores asumen la situación y continúan en la vivienda que han rehabilitado, conscientes de la dificultad de encontrar una vivienda asequible.

Verónica y Laura ocupan un local comercial del que también serán desahuciadas

Verónica y Laura ocupan un local comercial del que también serán desahuciadas / CR

Las situaciones que se palpan en el interior del edificio son diversas. Gerardo lleva viviendo alrededor de un año. Llegó después de que Blackstone, al parecer, le pagara un dinero a la anterior ocupante para que se fuera, oferta que ya no ha recibido, cuentan los vecinos, nadie más de los que viven en el edificio.

Según Gerardo, “ahora mismo estamos a la espera de ver qué pasa. La orden de desahucio ya ha llegado, pero lo estamos intentando parar junto con la Mesa de Emergencia y el Sindicat del Habitatge del Raval. Hay que tener en cuenta que todas las personas que viven en este edifico, incluso las cuatro o cinco familias que tienen hijos menores, se quedarán en la calle”.

La actitud de Blackstone con los vecinos es, según él, “inexplicable". "Queremos reunirnos con ellos, pero no hay manera. Estamos dispuestos a llegar a un acuerdo, pero ni siquiera nos reciben. Hemos intentado hacerles llegar una carta, pero no quieren escucharnos. Por eso estamos dispuestos a pelear hasta el final”, recalca.

Gerardo ha acudido varias veces a la sede de la compañía, en el Prat de Llobregat, para intentar reunirse con los directivos del fondo buitre y entregarles una carta para mostrar su disposición a negociar las condiciones para su continuidad en la finca. Su esfuerzo no ha tenido premio.

MARIDO ENFERMO

La situación tampoco es fácil para Verónica, una ecuatoriana que optó en su día por habitar un viejo local comercial de los bajos del edificio. “Llevamos aquí alrededor de un año. Y ahora nos quieren echar. Nosotros estamos dispuesto a pagar un alquiler social. A eso nunca nos hemos negado. De hecho les hemos ofrecido dinero, pero no nos han querido escuchar”.

La entrada del edificio que será desalojada por Blackstone / CR

La entrada del edificio que será desalojado por Blackstone / CR

El marido de Verónica no puede trabajar a causa de una embolia que sufrió hace un tiempo, por lo que viven en una situación límite. Un desahucio agravaría hasta extremos insospechados su vida. “No tenemos donde ir, así que esperaremos a ver qué pasa y si alguien nos puede echar una mano”, recalca.

Afirma Verónica que nadie de Blackstone se ha puesto en contacto con ellos. "Solo nos han dicho que nos tenemos que ir y nos han llevado a juicio. Ahora estamos a la espera de lo que diga nuestro abogado de oficio, pero creo que la cosa no pinta demasiado bien”, explica esta ecuatoriana afincada en Barcelona.

NARCOPISO

Jocelyn, una chilena que vive en otro de los pisos amenazados por el desahucio, también está indignada. Y perpleja. Su hermano fue uno de los que inició la ocupación y rehabilitación del edificio. Ella viajó desde Chile para ver a su hermano y decidió quedarse en Barcelona.

Ahora, ve cómo su vida puede dar un giro de 180 grados por la posibilidad de quedarse sin la vivienda que ha habitado en los últimos años, mientras recuerda el esfuerzo que han hecho las personas que viven en el edificio para rehabilitar unos pisos que, de lo contrario, estarían casi en ruinas. “Aquí se ha trabajado mucho, se ha hecho un gran esfuerzo para rehabilitar unas viviendas que estaban destrozadas”, explica. “Hubo un narcopiso y los vecinos luchamos para echarlo, y lo logramos. Si no fuera por nosotros, este edificio estaría en unas condiciones lamentables”, añade Jocelyn.

Aunque el ascensor hace años que no funciona, “yo nunca lo he visto funcionar”, bromea Jocelyn, no se arrepiente de los esfuerzos que se han hecho para convertir el edificio en un espacio habitable. Por eso se indignó cuando le comunicaron, con una simple carta, que iban a desahuciarla. “No han querido hablar con nosotros, simplemente nos han enviado una carta anunciando que nos echan. Pero vamos a intentar luchar hasta el final”, denuncia, indignada con los métodos de Blackstone.

Eduard Mendiluce, superejecutivo de Blackstone



AMPLIA CARTERA

La compañía, que tiene como cara visible en España a Claudio Boada y como superejecutivo a Eduard Mendiluce, tiene en Barcelona algo más de 1.300 viviendas en propiedad. De ellas, alrededor de 200 están en situación de ocupación ilegal o en estado precario. Otras 200 están en proceso de rehabilitación y preparación para su futura comercialización, mientras que el resto, unas 950, ya han sido alquiladas por la compañía.

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