Tras más de 13 años cerrada, la sala La Paloma prepara su reapertura inminente. El centenario local del Raval, cerrado las navidades de 2006 por el Ayuntamiento de Barcelona por ruidos, levantará de nuevo la persiana "antes de Semana Santa". Así lo asegura en conversación con Metrópoli Abierta Mercè March, alma mater del local durante años y madre del actual propietario, Pau Solé March. Tras su inauguración, La Paloma ofrecerá música en directo con orquesta y se plantea incluir sesiones de boxeo.
A lo largo de estos años, la responsable de La Paloma ha anunciado la reapertura en distintas ocasiones. Ahora reza para que sea la definitiva. "No quiero poner una fecha. Lo hemos dicho tantas veces... Pero será antes de Semana Santa". Los trabajos ya están casi acabados. "Quedan cambiar algunas puertas y buscar un motor para la lámpara central, que permita hacerla subir y bajar. La instalación se llevará a cabo mediante un andamio. Posteriormente, el Ayuntamiento hará la que se espera que sea la última inspección antes de abrir", explica March. Las reformas principales, las de insonorización, ya estaban terminadas en 2017.
MÚSICA EN DIRECTO CON ORQUESTA
La intención de la famlia Soler-March es ofrecer música con orquesta, como antaño. Según March, La Paloma ultima la que será la formación de la sala con la colaboración del Taller de Músics. "Tendrá entre ocho y nueve músicos más los cantantes, una docena en total". Junto a éstos, March dice que probablemente tendrán que contratar a otra docena o quincena más de personas". En un principio serán entre 25 o 30 empleados, entre porteros, vigilantes, camareros, guardarropía y personal de limpieza".
La programación se enfocará al público de tarde-noche y parece muy poco probable que la sala apueste de nuevo por incorporar sesiones de discoteca o de DJ. "No lo contemplamos", indica March. El excesivo ruido y la falta de una insonorización adecuada motivaron las quejas vecinales y el posterior cierre en diciembre de 2006. March añade que estudian incluir sesiones de boxeo. "Ahora están de moda, pero si lo hacemos intentaremos que sea elegante". Los últimos años, La Paloma ya ha reabierto para fiestas particulares, rodajes y anuncios, una actividad que seguirá tras la puesta en marcha para el público en general.
La Paloma está situada en el corazón del Raval, entre las calles de La Paloma, del Lleó y del Tigre, y a pocos metros de la ronda de Sant Antoni. De puertas para fuera, la sala parece una nave industrial cualquiera -antes de abrir como salón de baile fue la fundición Comas y en sus hornos se forjó el monumento a Colón-, pero cuando se traspasan las cortinas rojas de la entrada, por la calle del Tigre, la vieja nave se transforma en una joya artística.
ABRIÓ EN 1903
La sala abrió oficialmente en 1903. El nombre de La Paloma no está claro de donde proviene. La hemeroteca cuenta que se tomó de una de las tres calles que rodean el espacio. Otras fuentes revelan que la persona que urbanizó la zona tenía en el solar tres perros, Paloma, Lleó y Tigre, y que se puso a la sala el nombre de uno de ellos. “A mi me contaron que los perros eran del guardián de la fundición”, relataba March en 2017 en una entrevista con este medio. Su marido, sin embargo, aseguraba que su tío-abuelo bautizó las dos salas que tenía, La Paloma y Cibeles, con nombres madrileños en honor de su mujer, oriunda de Madrid.
A largo de su historia, este emblemático espacio también se ha denominado La Camelia Blanca y Salón Venus Sport. El negocio lo iniciaron tres socios, pero acabaron cediendo el local a Jaume Daura, un empresario de bebidas gaseosas, en condonación de una deuda. Quien se hizo cargo del establecimiento fue Ramón Daura, el hijo más bohemio de Jaume y tío-abuelo del que fuera propietario y marido de March, Pau Solé. Ella entró por primera vez en La Paloma a principios de los 70. "Quedé impresionada. Era como entrar en el túnel del tiempo. Fue un amor a primera vista". Solé acabó heredando La Paloma junto al Salón Cibeles, ya desaparecido, de la calle de Còrsega, y donde ahora hay pisos dotacionales municipales. El hombre murió en 2010 y ahora el propietario es el hijo de ambos.
Daura residió en París y allí se inspiró para dar a la sala un aire versallesco. Las obras se prolongaron dos largas décadas, desde 1903 hasta 1928. La decoración es obra de Manuel Mestre y las pinturas del techo las realizaron Salvador Alarma y Miquel Moragas, autores de las pinturas del Liceu. En 1915 se construyó la galería del primer piso con los palcos, con cuatro escaleras, una en cada esquina. En 1919 se añadieron las molduras y los relieves dorados. Y en 1928, se colocó la gran lámpara central.
Durante la guerra civil, la sala fue incautada y se utilizó como galería de tiro. En la posguerra reabrió. Para evitar la censura franquista, Daura se inventó un personaje, La Moral, que se paseaba por la pista con un bastón para separar a las parejas que bailaban demasiado agarradas.
Muy pronto, La Paloma volverá a volar en Barcelona.