Alejandra y su familia huyeron en 2019 de la violencia de Colombia. El pasado enero decidió okupar ilegalmente con sus hijas en un piso del número 13 de la calle de Còdols. Lo hacía después de que los Mossos d'Esquadra desalojaran a sus anteriores inquilinos: un grupo de narcotraficantes que había convertido la vivienda en un narcopiso. Este miércoles, con toda probabilidad, los agentes regresarán a este apartamento, en este caso, para desahuciar a Alejandra y los suyos. La propiedad pretende construir pisos de lujo.
Las entidades en defensa de la vivienda pedían este martes apoyo ciudadano para frenar el desahucio. Denuncian que Spirit Reim SL, titular del piso, no hizo nada cuando los narcotraficantes convirtieron la vida de los vecinos en una pesadilla. Durante los últimos tres años, el edificio ha convivido con la venta de droga. Raval Rebel y Resistim al Gòtic afirman que en enero "liberaron" la vivienda para las refugiadas con el objetivo de evitar el regreso del trapicheo.
ACUSACIONES A LA PROPIEDAD
En una nota difundida en las redes sociales, estas entidades acusan a la propiedad de ejercer una presión contra los vecinos "permitiendo la instalación y funcionamiento de narcopisos para degradar el entorno de la finca, complicando la convivencia y forzando la marcha de las vecinas".
Alejandra ha enviado este martes una carta a la propiedad en la que pide negociar un alquiler social con Spirit Reim, que compró el apartamento en 2016. "Somos una familia de Colombia que ha huido de los grupos armados de nuestro país. Tuvimos la fortuna de llegar a este país que, la verdad nos acogió muy bien y que nos brinda una vida más digna. Nuestra intención nunca ha sido tomar las cosas por la fuerza, pero tenemos la necesidad y el derecho a una vivienda digna, a una vida digna", expresa la mujer. En el piso viven media docena de personas.
SUCIEDAD, OLORES Y DESORDEN
En la misiva, la mujer argumenta que en enero se encontró un piso con "mucha suciedad, malos olores, desorden por doquier, daños estructurales y acoso y amenazas constantes por parte de los antiguos inquilinos, consumidores y también la arquitecta de Construcciones, Peña Mateos".
Con su okupación, asegura, los vecinos "están felices porque no hacemos ruido, somos respetuosos, tenemos orden, somos aseados y no tenemos vicios". Explica que el narcopiso atraía a persona que infundían "miedo" hacía el resto de inquilinos de la finca. "Con nosotros se sienten más seguros", añade.
NEGOCIACIÓN
El martes por la tarde fuentes de Raval Rebel explicaban que Alejandra y la propiedad negociaban un acuerdo con el distrito de Ciutat Vella como intermediario. Al cierre de esta noticia aun no se había concretado ningún acuerdo. Las entidades exigen a la propiedad que frenen "inmediatamente el acoso y los procesos de desahucio para negociar con el objetivo de acordar alquileres sociales".
Las entidades del Gòtic reprochan la actuación de la empresa inmobiliaria que, según ellos, no apareció cuando los mossos cerraron el narcopiso. Los traficantes reocuparon el piso hasta en dos ocasiones. "Tenemos claro que la única manera de terminar con los narcopisos es dar el uso que toca a los pisos vacíos: el uso de una vivienda", sostienen.
Las asociaciones suben el tono y exigen al Ayuntamiento que, en caso de que la empresa inmobiliaria no se preste a negociar, la administración le denuncie por "acoso" y emplaza al gobierno municipal que encuentre una solución a la situación de estas vecinas.