No pueden más. Así lo explican los paradistas de La Boqueria, que se ven obligados a convivir con las palomas que llevan tiempo instaladas en el mercado y que generan verdaderos problemas de suciedad. Principalmente por sus excrementos. Los animales defecan sobre las paradas, los clientes e incluso la comida. Una situación insostenible que, por el momento, y a pesar de las quejas de los vendedores, el Ayuntamiento no ha solucionado.
Fuentes de la dirección de La Boqueria han explicado a Metrópoli Abierta que, anteriormente, la Agència de Salut Pública de Barcelona se encargaba de controlar la población de estas aves en sus instalaciones, y actuaba cuando la colonia crecía en exceso; pero, con el gobierno municipal actual, el responsable de este asunto es el departamento de Benestar Animal, que no permite cazar palomas como sí ocurría años atrás, cuando las atrapaban con redes. Esto, sumado al hecho de que se trata de un mercado abierto por los cuatro costados, deja a los pájaros campar a sus anchas.
"EMERGENCIA SANITARIA"
Desde su carnicería Aroma Ibèric, Josep denuncia que sufren una verdadera “invasión de palomas”. Una plaga que ha alcanzado el extremo de “emergencia sanitaria”, lamenta. Ha colocado una placa protectora sobre la zona en la que tiene la caja registradora, porque algunos clientes habían llegado a recibir el impacto de un excremento al ir a pagar. Otros comerciantes han instalado elementos punzantes para disuadirlas, pero tampoco funciona.
Cuenta que mientras algunos ejemplares se atreven incluso a colarse dentro de las vitrinas, otros aprovechan el traslado del género en cajas para picotearlas y llevarse algo al estómago. “El filete que compra después la gente puede ser uno de los que están picoteados. Y hasta que no haya una desgracia, cuando alguien coja una infección alimentaria, no harán nada. ¡Ni que fuera esto Wuhan!”, se exclama.
Josep acusa al Ayuntamiento de “echar balones fuera”, a pesar de tener conocimiento del problema: “Lo que ocurre aquí es muy grave. Es un lugar en el que hay alimentos y los pájaros se cagan. Y los políticos se niegan a tomar medidas drásticas. Antes se hacían batidas, las cazaban y las esterilizaban. Era algo que funcionaba. Pero ya no lo hacen porque están los animalistas gobernando. Digo yo que por encima de la vida de las palomas están las personas, y ellos están jugando con la salud de la gente”.
INDEMNIZACIÓN A UN CLIENTE POR LOS EXCREMENTOS
Afirmaciones compartidas por Xavi, responsable del bar Quiosc Modern. Hace unos meses pidió a la dirección del mercado que le dejasen poner un toldo sobre las mesas para que las palomas no pudiesen defecar sobre sus clientes, pero le negaron la petición porque “rompía la estética” del lugar. “¡Y eso que iba a pagarlo de mi bolsillo!”, señala.
Una medida que pensó en adoptar después de la querella de un turista que había estado tomando unas tapas en su local. “Era un cliente griego que había venido de vacaciones. Estaba comiendo y una paloma se le cagó encima. Denunció al mercado y pidió una indemnización. Ganó y el Ayuntamiento le tuvo que pagar la chaqueta, que valía más de 1.000 euros”, recuerda.
Pero ni la cubierta que Xavi quería poner, por protección de sus clientes, hubiese sido suficiente para evitar repetir el ritual de cada mañana. “Cada día, cuando llego al bar, tengo que limpiar por fuera con lejía para desinfectar”, explica a este diario a la par que señala al suelo, de nuevo cubierto por las heces de los pájaros. Luego echa una ojeada al techo y añade: “Ahí en las pasarelas ponen nidos. Ya no es solo que se caguen desde ahí, es que a veces también caen huevos”.
"INACCIÓN" DEL AYUNTAMIENTO
Se une a la charla el pescadero Jaume, indignado por la “inacción” de la Administración. A finales de abril presentó una nueva queja con las fotografías de las heces en las vitrinas, dice que para demostrar la magnitud del problema. “Es que luego viene el inspector y nos pide que tengamos una pica nueva, que limpiemos con agua caliente, que la basura tenga tapa… ¿Y la mierda de paloma? De eso, ni una palabra. Es una incongruencia”, protesta.
“¡Que las maten!”, pide el charcutero Jordi. Plantea que se actúe con las palomas igual que con cualquier otra plaga, cansado de lidiar con la suciedad en su puesto. Y desafía a los animalistas que rechazan las batidas: “Que vengan a ver esto y nos digan a la cara qué hay que hacer. La única solución es cazarlas indiscriminadamente. Lo pueden hacer los fines de semana”. Un arrebato al que responde Loli desde su frutería: “Claro que no estoy de acuerdo con él, no me gusta que hagan daño a los animales. Pero tampoco podemos seguir como estamos. Imagina la vergüenza cuando viene alguien a comprar y se le caga una paloma en la cabeza…”.
LAS MEDIDAS DE LA ADMINISTRACIÓN
El Ayuntamiento niega que se haya dejado de esterilizar a los pájaros, y aclara que esta práctica se está realizando en varias zonas de Barcelona, sin precisar si La Boqueria es una de ellas. El método utilizado es un tratamiento anticonceptivo administrado en el pienso, para lograr así un "control ético" de la población de palomas. El último informe municipal, publicado en agosto de 2020, detalla que las colonias en las que se ha llevado a cabo esta práctica han visto reducida en un 50,9% su población. De nuevo, el documento no explica si esta medida se ha adoptado también en las inmediaciones del mercado.
Además, la dirección del mercado y el Institut Municipal de Mercats, que depende del consistorio, están estudiando nuevas medidas para responder a las demandas de los comerciantes. Más allá de la máquina que limpia dos veces al día los excrementos de los pájaros, se ha instalado una malla en una parte del techo para evitar que las palomas entren y aniden. Se trata de una prueba piloto, que en caso de funcionar con éxito se instalaría en todo el recinto. Aunque de momento parece no estar dando buenos resultados. Primero, porque en algunos casos las aves han roto la red y han construido igualmente el nido. Y además, porque otras palomas consiguen entrar pero no saber cómo salir y acaban muriendo.
En las próximas semanas, el compromiso con los vendedores es que unos operarios accederán a las pasarelas superiores del mercado para limpiarlas y retirar los nidos. Una actuación que en principio será quincenal y se realizará cada dos lunes, aunque los trabajadores de La Boqueria con los que ha hablado este diario no confían en que la medida surta efecto.