La plaza dels Àngels de Barcelona, más conocida como la plaza del Macba debido al emplazamiento del museo contemporáneo, es uno de los principales escenarios del botellón barcelonés. Lo ha sido desde siempre. El pasado 9 de mayo, miles de jóvenes celebraron el fin del toque de queda nocturno celebrando imprudentemente varias fiestas al aire libre en Ciutat Vella. El Macba es uno de los puntos barridos por la policía durante cada fin de semana desde entonces. Otra plaza, la Terenci Moix, sufre las consecuencias de estas juergas. Se encuentra pegada al ya consolidado skate park del Raval. Centenares de personas lo abandonan y terminan en esta gran plazoleta de cemento. Sus vecinos denuncian un problema endémico, que sin las restricciones horarias, se ha convertido en una pesadilla diaria.
“Ahora tenemos mucho más botellones que antes de la pandemia. Aquí se llegan a concentrar 300 personas”, describe un vecino. Los tres vecinos consultados por Metrópoli viven en un edificio de viviendas de la plaza. Todos piden mantenerse en el anonimato por miedo a represalias. “Si les dices algo te insultan y amenazan. Me han llamado ‘Hijo de puta, te mataré’”, cuenta otro hombre. Hace unos meses los habitantes del edificio tuvieron que reparar el cristal de la fachada después de que un botellazo lo hiciera añicos.
TRAPICHEO
En Terenci Moix se junta una gran variedad de personas. Muchos son jóvenes que celebran la vida sin importarles el descanso de los residentes. Pero la fiesta atrae a la venta ambulante de alcohol y el tráfico de drogas, muy activo en las últimas semanas. Los vecinos detectan al momento a los ojeadores que controlan la posible llegada de la policía. “Ahora mismo nos están controlando”, cuenta uno de los vecinos señalando con la cabeza a un joven, de pie, a unos 10 metros.
La plaza se empieza a “animar” a las 19.00 horas. Algunos juegan a baloncesto en la cancha, pero otros grupos se empiezan a reunir para beber y comer en la calle. “En nada se pondrán a comer aquí en la calle. Ayer uno protagonizó una vomitera de mil demonios. Se cascan vinco botellas de vino y se ponen a vomitar. Parecía una manguera”, cuenta otro residente.
A las 23.30 de este viernes, el runrún de un centenar de personas charlando, gritando y escuchando música retumbaba en la plaza. Un vídeo muestra a grupos de jóvenes sin mascarillas ni distancias de seguridad. "Y ahora, encima, la Guardia Urbana se ha quedado sin policías de paisano. No sé cómo detendrán esto....", lamenta un vecino, en alusión a la dimisión en bloque de la unidad de Delincuencia Urbana.
BALONCESTO DE MADRUGADA
Habitualmente, viernes y sábado son los días que concentran más gente en la plaza. Dispositivos de Guardia Urbana y Mossos d'Esquadra barren el espacio en dos turnos: sobre las 19.30 horas y a las 23.00. Sin embargo, vuelven a ocupar el espacio pocos minutos después. Las pistas de baloncesto son un problema añadido para el descanso de los vecinos. "Mi mujer puede dormir porque toma pastillas, pero yo no ni quiero hacerlo", lamenta un residente. Las pachangas se alargan pasada la medianoche y una de la mañana.
El grupo de Ciutadans en el distrito de Ciutat Vella se ha hecho eco de las quejas vecinales consiguiendo que el pleno. "Estamos muy preocupados por la situación que se vive en la plaza. Llevamos muchos plenos en el distrito denunciado el sufrimiento de los vecinos de los bloques colindantes y también de alrededor de la plaza. Las fiestas y otras actividades afectan directamente a esas personas", apunta Julia Barea, consejera de la formación naranja.
RATAS
En diciembre de 2020, todos los partidos aprobaron una propuesta de Cs enfocada a mejorar la convivencia en este punto del Raval. Barea lamenta que, seis meses más tarde, todo sigue igual. "Necesitamos que regrese el civismo, la limpieza, la seguridad y la convivencia aplicando las normas con la contundencia y agilidad que requiere esta situación", añade. El texto, secundado por el Ayuntamiento, describía una plaga de ratas y denunciaba la "permisividad e incivismo en la zona".