Las multas del Ayuntamiento de Barcelona contra algunos bares por instalar barriles u mesas altas en la calle, para ganar algunos clientes en plena crisis, no se limita al barrio de Gràcia. En el Gòtic, algunos establecimientos viven una situación similar y acumulan cuantiosas denuncias por el celo municipal para hacer cumplir la normativa vigente. Es cierto que hay establecimientos multados que carecen de los permisos para tener una pequeña terraza, pero los titulares de los negocios denuncian la imposibilidad de sobrevivir solo con el interior abierto, el aforo y el horario limitado y la falta de una solución por parte del municipio a sus peticiones para tener una terraza legal. Las sanciones pueden ser la puntilla para algunos bares del Gòtic, sin turismo y en plena pandemia.

En la confluencia de la calle de Avinyó con Milans, Philippe y Ricardine llevan más de 20 años al frente del bar Síncopa. Explican que con la pandemia solicitaron hasta tres veces poder poner una terraza al Ayuntamiento y siempre se les ha denegado sin darles ninguna una solución en la estrecha y peatonal calle de Milans. Pese al veto municipal, optaron por colocar unas pocas mesas altas con un par de taburetes pegadas en cada una de las fachadas. El Síncopa es un bar pequeño, el aforo se ha reducido por la crisis sanitaria y muchas personas, por miedo al contagio, prefiere estar en el exterior, cuenta Philippe.

MULTAS POR VALOR DE MÁS DE 3.600 EUROS

Durante las pasadas fiestas de la Mercè, unos inspectores del Ayuntamiento levantaron acta y les denunciaron por tener la terraza sin permiso. Las dos multas que les pusieron sumaban 1.500 euros. Con el descuento del 65%, lo que supone descartar hacer alegaciones, los titulares del bar han pagado 525 euros. "Tras pagar hemos hecho un recurso con un abogado", cuenta Ricardine. Hace dos meses, los servicios municipales les inspeccionaron de nuevo y les sancionaron porque la actividad no se ajustaba a la licencia. La multa, en este caso, ascendió a 2.150 euros. Con el descuento quedó en 752,50 euros. 

El Ayuntamiento indica que ya anunciaron que se facilitarían concesiones de licencias para terrazas a bares y restaurantes, "para ayudarlos a superar la dura crisis provocada por la pandemia". Y aseguran que así se ha hecho. "En Ciutat Vella se ha seguido esta directriz, y desde mayo de 2020 se han concedido 278 permisos excepcionales de terrazas, afirman las fuentes municipales consultadas. Desde el distrito de Ciutat Vella, que comanda el concejal Jordi Rabassa (Barcelona en Comú) explican que el territorio del distrito tiene una orografía de calles estrechas que, en algunos casos, ha impedido conceder determinadas licencias porque no había bastante espacio físico para ponerlas. Según el Ayuntamiento, las mesas y sillas no pueden ir enganchadas a la fachada para facilitar la movilidad de personas con alguna discapacidad. 

Óscar, delante del bar El Trope, en el barrio Gòtic / METRÓPOLI - JORDI SUBIRANA



BOTELLÓN SIN CONTROL Y LATEROS, PROBLEMAS ENQUISTADOS EN CIUTAT VELLA

Los títulares del Síncopa denuncian "acoso" y "persecución" a los bares del Gòtic y aseguran que no hay quejas vecinales contra los locales. Otros establecimientos también están afectados y han sido multados, pero no han querido hablar con la prensa. Han habido inspecciones de locales en las calles de Milans, Gignàs, Calella, Avinyó y Mercè, entre otras vías.

La situación del Gòtic contrasta con la tolerancia municipal a los botellones masivos en el mismo distrito de Ciutat Vella los últimos meses. Desde el fin del estado de alarma, a principios de mayo, hasta la implantación otra vez del toque de queda, los vecinos de la Barceloneta y de Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera han vivido todos los fines de semana fiestas masivas callejeras que han dado lugar, más allá de ser un posible foco de contagios, a problemas de convivencia y han impedido el descanso. El botellón va asociado a la venta ilegal de alcohol en la calle, los populares lateros, un fenómeno enquistado en Ciutat Vella a pesar de que está prohibido por la Ordenanza del civismo.

Muy cerca del Síncopa, en la misma calle de Avinyó está El Trope, propiedad de Óscar, un empresario que tiene entre otros locales en Barcelona los conocidos Bóveda, Ceferinos y Dixi. En agosto del año pasado, con una semana de diferencia, los inspectores levantaron dos actas por tener cuatro mesitas en la calle de Gignàs, donde estaba el antiguo bar El Tropezón, un establecimiento abierto por su padres hace 50 años. En su caso tuvo suerte y las actas no derivaron en multas. Sin embargo, Óscar critica el sinsentido de estas denuncias en plena pandemia y las enormes dificultades para sacar adelante los negocios. A finales de  2020, Óscar tuvo que cerrar El Tropezón ante la imposibilidad de pagar el alquiler. La solución fue trasladar el bar a un local suyo de Avinyó.   

CIERRE DE LOCALES

El Tropezón es uno de los bares históricos del Gòtic y de Ciutat Vella a los que la crisis se ha llevado por delante. La crisis, y en muchos casos, las escasas ayudas públicas. Por desgracia no es el único. Justo al lado de El Tropezón estaba el restaurante Agut, que también ha pasado a mejor vida. El degoteo de clausuras no ha cesado en los últimos meses. También han cerrado el Café Schilling de la calle de Ferran y el Gran Café de Avinyó, en alquiler por una cantidad que puede rondar los 17.000 euros, indica Philippe. La calle de Ferran es otro desierto de persianas bajadas. Lo explicaba Metrópoli hace unas semanas. Han cerrado todo tipo de locales, entre ellos los de souvenirs ante la falta de turistas, y una histórica farmacia de Barcelona, La Estrella, con 141 años, ha tenido que cambiar de ubicación ante la imposibilidad de pagar el alquiler.

El Gran Cafè del Gòtic (Barcelona), cerrado a cal y canto / TWITTER @barnacentre



Antes de la pandemia, en el Síncopa jamás habían sacado las mesas a la calle, tampoco antes del Covid-19 los propietarios habían sido sancionados a pesar de haber sido inspeccionados. "Si las hemos sacado es para completar los ingresos para sobrevivir. En el interior, el aforo está restringido al 50% y el horario está limitado. También hay clientes que prefieren estar fuera. En el Síncopa, como en los establecimientos de Óscar, tienen empleados. En el Síncopa hay cinco trabajadores, rescatados de los ERTE. Ricardine agrega que pagan impuestos y recuerda que cuando se instalaron allí, hace más de dos décadas, no era una zona turística. "Se fue masificando y tenemos la sensación de que nos quieren echar la culpa".  

"NO NOS DEJAN TRABAJAR, QUIEREN CERRARNOS"

La noche del martes al miércoles de esta semana algunos establecimientos del Gòtic fueron inspeccionados de nuevo, entre ellos el Síncopa. Ricardine explica que los inspectores les dijeron que no podían tener mesas en los peldaños del local (no en la vía pública) cuando en la anterior inspección les habían dicho que sí. La titular del negocio muestra su enfado. "Nos quitan todo y no nos dan nada: el aforo, el horario, la gente no puede estar fuera... No nos dejan trabajar, quieren cerrarnos". Óscar añade que en las inspecciones del martes hicieron sacar muchas mesas que estaban en la calle. "Van a saco, no puede ser".

Según el Ayuntamiento, entre el 20 de marzo de 2020 y el 20 de julio de 2021, es decir durante la crisis sanitaria, ha multado a 181 bares y restaurantes de Ciutat Vella por terrazas sin permiso. Las 181 multas impuestas durante la pandemia suponen un descenso del 57% respecto al periodo comprendido entre el 20 de marzo de 2018 y el 20 de julio de 2019, cuando se denunció a 421 establecimientos por incumplimientos. En cualquier caso, el consistorio dice que se limita a aplicar la normativa vigente. Evidentemente, las multas de los meses de pandemia se empezaron a poner tras la reapertura de los establecimientos después del confinamiento y la clausura de las actividades no esenciales de la primavera del año pasado.

El director general del Gremi de Restauració Roger Pallarols reconoce que se está produciendo un "incremento" de las inspecciones en Barcelona tras un año (el de la pandemia) sin apenas control. Pallarols, exconcejal municipal, defiende el cumplimiento de las normas y de las condiciones de la licencia. "Tiene que ser un hecho normal. Pero recuerda al Ayuntamiento la situación de pandemia y las enormes dificultades económicas que atraviesan muchos negocios. "Se hacen inspecciones ordinarias en un momento extraordinario". Y cita denuncias muy desproporcionadas, como por ejemplo por tener separadores vegetales (plantas) que embellecen el espacio.

El director general del Gremi de Restauració, Roger Pallarols, con mascarilla en la Gran Via / V.M.



SOLUCIONES ATÍPICAS PARA CALLES EXCEPCIONALES

Pallarols insiste en la necesidad de cumplir con las normas, pero reconoce la preocupación del sector cuando se ven tantos incumplimientos en la vía pública, por los botellones, y la permisividad hacia locales de degustación que hacen de "bares encubiertos". "No vemos el mismo celo inspector", precisa. A nivel general, el director general del Gremi defiende que haya inspecciones, pero pide al consistorio que sean "proporcionadas" y "ajustadas" al momento actual y que no solo se mire a la restauración. El Gremi también reclama "soluciones atípicas" para calles excepcionales, como las del Gòtic, y poder adaptar las mesas o sillas en la vía pública "a las distintas morfologías de la ciudad". Actualmente, las mesas o barriles pegados a la fachada no están permitidos por los problemas que pueden comportar para las personas invidentes, confirma Pallarols. Toca al Ayuntamiento buscar una solución. Los bares del Gòtic deben sobrevivir.

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